El cantautor venezolano estrenó en mayo su más reciente disco, titulado Anterior. Un concierto del encuentro entre todos los que celebran las andanzas de la música
José Delgado es un cuidador de la palabra. Hace de ella una extensión del sentimiento, una manera de delinear lo que acontece en lo inexplicable del alma. Maneras que se vigorizan mucho más con la guitarra, con esas inquietudes que hacen del sonido un orden que se descifra en el disfrute, cuando todo confluye en el misterio creador.
Es domingo 28 de mayo. El cantautor estrena su disco Anterior. El encuentro con los suyos y los testigos se da en la sala José Félix Ribas del teatro Teresa Carreño.
Mientras en la Ríos Reyna suenan las notas de Léo Delibes para la historia de ilusiones de Coppélia, a pocos metros, la música que enarbola es la del presente que reconoce el pasado para seguir el sendero. El concierto comienza con “Canto vuelo”, tal cual como el álbum. Esa canción en la que desde lo alto comprende el suelo, hacia el infinito sacude alas, cansado de pulular.
Es el primer tema de una primera parte en la que José Delgado está con su guitarra y voz. Así configura una obra en la que se pregunta mucho, responde con prudencia, celebra con certeza y homenajea con genuinidad. Pero más que todo canta para el consuelo, como él mismo dice.
Es un momento en el que la voz relata y evoca, como queda registrado en “Maya guacamaya”, una alegoría a una ciudad que parece contundente en su objetivo, pero que entre líneas sugiere mucho a la imaginación.

Poco a poco el concierto empieza a reconocer la tradición venezolana con “Semblanza” -esa que recuerda que no siempre queda menos si se resta- y “Lo que da razón al diente”, en esta última junto con el arpista Yustardi Laza para mirar hacia los valles cercanos a Caracas, el joropo tuyero que tanto ha sido revisado por las nuevas generaciones de la canción, todos encantados por lo que invita a descifrar en su algarabía.
El concierto empieza a virar. En la sala es difícil encontrar puestos vacíos. Entran más músicos, un cuarteto de cuerdas engalana “Anterior” y “Pasaremos”, uno de los momentos más íntimos de la velada. Con una sola luz sobre los cinco músicos, entre agudos y graves para letras de un caminante en la canción.
La promesa es que todo termine con el Ensamble de Cámara de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, bajo la dirección de David Carpio. Y ocurre.
Es el turno de temas como “Mejor que te vas”, “Liberen a Prometeo” y “Algo”. También aparecen más invitados. Iván Pérez Rossi para “Viene la barca”, Luis Fernando Borjas para “Distintas orillas”. Pero especial emoción es la entrada de Malena Delgado, la hija del protagonista, para cantar juntos “Si me miras tú”. Así el disco de un solista se vuelve una fiesta en la que amigos, familiares y maestros se reúnen en el jolgorio por la obra que empieza a andar.

Ya la fiesta por Anterior se acerca al final. Salen al escenario Víctor Morles, Sandino Primera y Horacio Blanco. El cantante de Desorden Público da muestras de sus años en tantas tarimas, habla sobre el encuentro, sobre el fervor por el arte, por la unión en medio de tanto.
Interpretan “Callejeando”. A Sandino no se le entiende mucho porque lleva una máscara, pero a José y Horacio claro que sí. Son apenas la antesala de la despedida, a los invitados del cierre.
Llega el Ensamble B11 con su poderío vocal en el que entra todo un universo. Con ellos cantan “Rueda libre”, un clásico que José Delgado registró en el disco del mismo nombre de 2012, y antes de decir chao, José Delgado con los muchachos vuelve a una pieza que lo acompaña desde hace mucho. Declama “Juan León”, ese poema de Ramón Palomares publicado en Vuelta a casa.
La velada termina. Aplausos de pie. Sonrisas que dicen gracias. Son aquellos que se encuentran en la música, en la palabra reservada, en esas líneas que corresponden a los acordes de quien se aventura en la creación.


[…] 22. José Delgado […]
Me gustaMe gusta