Cúsica Fest

Cúsica Fest, la tradición que ha encontrado la música

El 16 de diciembre de 2023 la Universidad Simón Bolívar volvió a ser un lugar para la catarsis

Por Humberto Sánchez Amaya y Wendy Racines

En 2010, Gustavo Cerati dijo que la Universidad Simón Bolívar era un buen lugar para estudiar. Pensó unos segundos antes de decir que arquitectura sería esa carrera a cursar en ese complejo de edificios en los que se descifran enigmas y fórmulas.

Mientras se realizaba el Cúsica Fest en la red social X era común encontrar mensajes que elogiaban el encuentro musical llevado a cabo en el estadio de fútbol de esa universidad; la música rodeada de árboles. 

Está lejos. De hecho, para llegar, pareciera que hay que escapar de la ciudad. Está en los confines, pero su ambiente de lejanía es propicio para estar en consonancia con la promesa de la música, esa que desvincula por momentos de la cotidianidad. Alguien en la red social en la que se extinguió el ave azul afirmó que en el más reciente show de Peter Gabriel en ese mismo lugar, el ingeniero de sonido del artista británico escribió en la web una bitácora de aquella gira, y que en esas líneas había elogiado el paraje; uno de los mejores del tour. “Dijo que la acústica que creaba el bosque que lo rodea era increíble”.

El sábado 16 de diciembre se realizó la tercera edición del Cúsica Fest, la cita que desde 2019 mantiene expectantes a los leales de la música en vivo. Aquella primera edición fue un aliciente en un año muy adverso para los que se quedaron en Venezuela. 

Cúsica Fest
Luigi Escalante y Lola Grosz de Proyector Escalante. Cortesía Cúsica

Para algunos fue ver por primera vez a esas bandas de las que tanto se habla, aquellas que afianzaron en años recientes una movida que ahora es culto. Para otros, fue volver a ver a esas agrupaciones cuyos comienzos se atestiguaban en pequeños bares del país unos años atrás. Demostraban entonces el buen camino recorrido.

En 2022, superada la intriga de la pandemia, el festival apostó por variar el cartel con artistas de afuera, como El Cuarteto de Nos, Bomba Estéreo y Esteman, además de las bandas emblemáticas e incipientes surgidas en el país. Este año la apuesta subió para abrirle la puerta a representantes del género urbano como Tokischa y Alexis & Fido, una decisión que molestó a no pocos, quienes pensaron que los beats del reguetón y el trap empezaban a invadir un festival asociado a los acordes y las escalas. 

Es una tendencia internacional. Aquellos festivales que empezaron a ser exclusivos del rock, en años recientes han dado cabida a esas expresiones que ahora dominan las listas de popularidad. Sin embargo, una revisión más detallada de la programación del Cúsica Fest, permitía ver que más de la mitad estaba conformada por músicos del rock, el indie y el pop, con la acotación eso sí, de que es tendencia también que las propuestas experimentales indaguen también en el ritmo urbano, propuestas que en una u otra canción llevan la impronta de Daddy Yankee.

Con dos tarimas enormes, una al lado de otra para alternar y no ser castigados por el reloj, y una más pequeña para propuestas noveles, el Cúsica Fest comenzó pasadas las dos de la tarde. La imprecisión en los horarios fue leve, nada que agregar. De resto, la dinámica avanzaba y sorprendía a los que iban por primera vez. “Chamo, esto parece de primer mundo”, dijo alguien que caminaba en búsqueda de una bebida. 

Cúsica Fest
Luis Jiménez y Elsa y Elmar. Cortesía Cúsica

Juansi Ávila fue el encargado de decir bienvenidos a los que empezaban a llegar más temprano. El músico valenciano abrió la jornada en el escenario alternativo con una propuesta pop que recoge distintas influencias. Le siguió Proyector Escalante, conformado por Luigi Escalante y la argentina Lola Grosz, un dúo que suma ya dos discos que toman el rock como punto de partida.

Ya en una de las tarimas grandes estaba Novanout, la banda de reggae que sorprendió incluso a los más desprevenidos, aquellos que seguramente escuchaban su música por primera vez. El show que prepararon para el Cúsica Fest estuvo a la altura de que representa el festival, un proyecto que de continuar en buena lid podría codearse fácilmente con aquellas bandas establecidas del género. 

Nani generó muy buenos comentarios de aquellos advenedizos que en 2022 la vieron por primera vez en la tarima de los emergentes. Doce meses después le tocó en una de las grandes, donde demostró que deja de ser promesa para entrar en el sendero de aquellos exponentes con una obra que ha calado en un público que reconoce y canta sus canciones cada vez con más fuerza. Merecía estar en la noche, para darle más contundencia a la puesta en escena que preparó. 

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Claudia Rojas y Horacio Blanco. Cortesía Cúsica

Unos metros más allá estaba Goe, un joven con vibras muy grunge que afianza una obra que rememora esos años noventa, con esa distorsión que se aleja de ímpetus tropicales.

Orestes Gómez fue la presentación más experimental. Desde una batería el artista se paseó entre lo tradicional, lo étnico y el jazz antes de cerrar con rap. Un show al que algunos no le prestaron atención, ajenos al virtuosismo de quien tenían al frente.

Yadam viajó desde Francia para presentarse por primera vez en su país. En enero de este año la revista Rolling Stone lo incluyó en una lista de artistas a los que seguirle la pista. Hace poco la edición española del medio sumó su disco Belamor como uno de los mejores de 2023. Un show austero en desarrollo en la tarima, pero contundente vocalmente. Se notaba la emoción y el desgarro del artista en cada tema. Celebraba el debut en su tierra mientras escuchaba como los más atentos cantaban con él. 

Tomates Fritos desplegó la experiencia de más de dos décadas; la energía que unas buenas guitarras y la voz de Boston Rex se concatenan para levantar la bandera por el género.

Gran Radio Rivera subió al escenario para demostrar que es un proyecto que se foguea cada vez más, mientras que Isra vino al país con una banda conformada por la guitarrista Andrea Ferrero, el baterista Erasmo “Wasmo” Huerta y el bajista Gara. 

Reencuentro

Americania fue el comienzo del clímax de la velada. El reencuentro de una agrupación con dos discos de estudio, el último editado en 2013, pero que mantiene un legado que se exacerbó en ese momento, con un público que correspondía a unas obras de tres amigos que se reencontraban en la música, que más allá del tiempo y la distancia, habían creado canciones que sobreviven y evocan una época que se asocia a un ímpetu creador previo a la diáspora.  Ya caía la noche, y el escenario se volvía más cercano, entre el recuerdo y el fervor por lo que puede pasar ahora con la banda. 

Anakena siguió con su repertorio variopinto de música tropical y caribeña que puso a bailar incluso a los que más se resistían. Fieles a su colorida identidad y los conceptos detrás de su música, brindaron un concierto lleno de confianza y conexión con el público. Incluso lanzaron sandwiches al público honrando a su romántico tema “Sanguchito”. 

Siguió Viniloversus, con la potencia que lo caracteriza. Las canciones que todos conocen, pero con una fuerza que suena renovada cada vez que los músicos están frente al público que desde hace más de una década está atento a lo que presentan.

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Juan Ignacio Sucre de Los Mesoneros. Cortesía Cúsica

Los de afuera

Elsa y Elmar abría el espacio para los músicos de afuera. Entre canciones sosegadas y otras que invitan al jolgorio la cantautora colombiana embelesó a aquellos que tararean desde hace rato sus canciones del auto-denominado “pop espiritual”. Letras melancólicas y melodías pegadizas que se abrieron paso entre fans y nuevos escuchas.

Los Mesoneros fueron esa agrupación que también demostró que está en otro nivel, que no deja impávido a quien la ve. Destacaron en la sensible interpretación de “Pangea” acompañados de Elsa y Elmar, tal y como la versión de estudio.

En la tarima alternativa sorprendió la convocatoria de Mari La Carajita, el fenómeno que ha hecho de Tik Tok uno de sus principales medios de difusión, refrendada por los premios Pepsi Music, con una propuesta que tiene como base lo llamado urbano, pero que ha buscado amalgamar ocasionalmente sonidos tradicionales con el tambor y el cuatro, no sin dejar a un lado letras que van entre lo mundano y la provocación con lo obsceno. 

Esteman volvió al Cúsica Fest para recoger la cosecha que dejó el año anterior. Un show festivo, con reminiscencias a los ochenta, pero también a la música disco, al pop de finales del siglo pasado. Una mezcolanza enriquecedora para un cantante que transmite alegría y ganas de bailar.

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Elsa y Elmar en la Universidad Simón Bolívar. Cortesía Cúsica

Entre perreo

Tokischa fue uno de los platos fuertes para muchos. Desde el comienzo, con el video introductorio, la dominicana busca la polémica. Un show calculado para ser provocador, entre la desfachatez y el humor. Sin preocupación por que se note el playback, y con coreografías muy acordes a lo que propone. Influenciada claramente por reminiscencias de The Noise, el reguetón de principios de siglo, Tokischa no da cabida a la indiferencia. Mientras unos cantaban y se reían de sus bailes y discursos sobre sexo, otros decían que se sentían como esas tías que cuestionan lo que escuchan los más jóvenes. Los más fans bailaban sin reparo y vivieron su momento de máxima adrenalina cuando decidió bajar del escenario para cantar frente a la baranda de la primera fila del escenario.

Poco después, ya comenzando la madrugada, Horacio Blanco debutaba en el escenario alternativo como solista con las canciones de su disco Otras distorsiones, que había estrenado en plataformas apenas un día antes, acompañado de músicos destacados de la escena venezolana: Lerryns Hernández en la batería, Víctor Morles en el piano, Raymond Mariño en el bajo, y Claudia Rojas como corista.

En simultáneo, Micro TDH calibraba con su rap melódico y romántico todo el despliegue de energía que había dejado Tokischa en la explanada del campo de fútbol, sirviendo de antesala para Alexis y Fido. En este punto urbano de la noche, el flujo de asistentes empezó a moverse concentrándose en la parte delantera de los escenarios principales, la feria de comida o directamente de retorno a casa. Ya el Cúsica Fest sumaba más de 8 horas de música en vivo sin parar.

“Los Reyes del Perreo” representaron ese reggaeton clásico que transportó a los 2000 y sentaron un precedente para las próximas ediciones del festival. Acompañados de bailarinas con poca ropa, el dúo Alexis y Fido dio la bienvenida con “5 letras” e interpretó todos sus éxitos más importantes, incluyendo “Camuflaje”, “Mayor que yo”, “Soy igual que tú”, “Bartender” y “Superhéroe”.

Con el cierre de los puertorriqueños, el grueso del público daba por concluida la jornada musical, mientras que al fondo los samplers y secuencias se apoderaban del escenario con una de las leyendas vivas de la música electrónica venezolana, DJ Babatr. Durante media hora, toda la fusión de house, tribal y techno noventero, que nos ha representado en las grandes discotecas del mundo como raptor house, inspiraba bailes intensos, altamente rítmicos, con saltos y sonrisas entre el público tanto de la zona General como la zona VIP. Para muchos, se escuchaba decir “este es el mejor cierre de la noche”. 

Sin embargo, el cierre real del Cúsica Fest estuvo en las manos del dúo merideño de electrónica, Virtual Animal, quienes construyeron una atmósfera de éxtasis con sus impresionantes visuales y la fusión de sonidos y remixes que viajan por dance, electro-pop, rock, entre otros géneros. Virtual Animal está formado por los arquitectos Pablo Paredes y Giulio Tafa.

Ante una producción elogiada, no solo por sus escenarios o la completa oferta gastronómica de la feria de comida, sino también por su rigurosidad con los tiempos y la agenda de artistas, el Cúsica Fest se consagra como uno de los festivales más ambiciosos de la escena venezolana. Entre las críticas a nivel de logística y producción más comentadas se hizo referencia a la dificultad del transporte de retorno a pesar de los esfuerzos con alianzas con Wawa y Ridery, las filas para ciertos servicios (agua y baños) y la decisión de producir el evento en solo un día, en lugar de dos. No obstante, a semanas del Cúsica Fest y ya con el anuncio de pre-venta del evento en 2024, para muchos el 16 de diciembre sigue siendo un día inolvidable.

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Rodrigo Gonsalves de Viniloversus. Cortesía Cúsica

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