El certamen de la asociación de críticos fue un lugar para demostrar unidad, celebrar los logros, pero también pedir el fortalecimiento de una industria para proteger a los artistas
Las áreas abiertas del Centro Cultural Chacao son el lugar para la bienvenida. Por ahí pasan actores, directores, dramaturgos, productores, tramoyistas y demás involucrados en el quehacer teatral venezolano.
Es de noche el lunes 15 de abril de 2024. En el teatro Chacao es la entrega de los premios de la Asociación Venezolana de Crítica Teatral, la conocida Avencrit en las conversaciones del día a día.
Dora Mazzone posa para las cámaras en la alfombra roja, mientras Antonio Delli responde las preguntas de un reportero. Poco antes parte de la directiva de la organización posaba para las fotografías de rigor, engalanados celebran una edición luego de discernir entre 75 obras entre noviembre de 2022 y diciembre de 2023. Liderados por Joaquín Lugo, el presidente, van Yoyiana Ahumada Licea, Zara Fermín y Luis Alberto Rosas, integrantes de la junta directiva. Lucen contentos en la cosecha.
Ya en la sala, los encuentros cotidianos no son en el camerino o en lugar de ensayo, sino en butacas que invitan a la formalidad de la gala para celebrarse. Algunos llevan la elegancia en el vestir, otros son más informales, pero no por ello menos solemnes. Todos están ahí por una pasión, esa que se desborda sobre las tablas.
La gala comienza con Tom Vivas, quien entra por una de las puertas laterales. Con guitarra en mano, interpreta una canción paródica sobre el optimismo del teatrero en medio de la adversidad.
Será la constante en la gala, entre el protocolo y la jocosidad, como más adelante ocurrirá con Oscar Martínez, quien simulará un concurso de preguntas inspirado en ¿Quién quiere ser millonario?. Es una forma de reconocer la cultura pop en Venezuela.
Los premios Avencrit se van convirtiendo también en un momento para la reflexión y la catarsis. Ya el discurso de Joaquín Lugo anuncia parte de ese espíritu. Celebra por las compañías que siguen su pasión, brinda por el respeto a los autores fundamentales, enaltece el ingreso de un dramaturgo a la Academia Venezolana de la Lengua y anima a las nuevas generaciones.
“Para finalizar, considero importante comentar acerca de la condición de desamparo que hay en el gremio con respecto a la salud. Se ha vuelto costumbre la recaudación de fondos online para subsanar una dolencia o pagar un tratamiento que no se pueda cubrir. No hay seguridad social para los trabajadores de la escena. Existe una ley de teatro aprobada que incluye esto, pero no se ha aplicado porque requiere su reglamento. Cuando este se apruebe, sabremos si la ley será útil o no. Mientras tanto, la falta y el costo de un medicamento o de un procedimiento de salud no puede ser nunca más la causa para perder una vida”, concluye.
Alfonzo Villalobos sigue el sendero. Habla sobre la importancia de no subestimar a los niños. “Hay gente que tiene la idea de que el teatro para niños es un arte menor. Yo no estoy de acuerdo. Estoy convencido de que la educación nos salvará como país. Rómulo Gallegos dijo que un día será verdad; el progreso penetrará y la barbarie será vencida. Pero eso no pasará mientras haya niños analfabetos que no les interesa la ciencia y no les gustan las artes. Como yo no quiero que este horror se siga repitiendo, porque se repetirá si no lo cambiamos, les digo: artistas hagamos una educación, una educación que sea divertida”.
Los aplausos son inmediatos por ese discurso que da al recibir el premio a Dramaturgia venezolana para niños y jóvenes por El generalito, una obra sobre un país en el que manda un general muy pequeño. Un ser que para sentirse grande ordena a la población a caminar de rodillas.
Por el escenario pasan distintas duplas para entregar las estatuillas. Se rompe la quiniela cuando Dora Mazzone gana Actriz de musical por su papel en El hombre de la mancha, categoría en la que competía con Adriana Meléndez (Scrooge, un cuento de navidad), Claudia Rojas (Matilda), Marilyn Chirinos (Matilda) y Gaby Brett (Los miserables); todas ellas reconocidas por su talento histriónico y vocal. Afirma haber competido con grandes y agradece que Avencrit haya tomado en cuenta el teatro musical.
La gala da una impresión de unidad en el gremio. Si hay diferencias, quedan en la euforia del camerino y en la urgencia del ensayo; disquisiciones para el cigarro en los minutos del descanso.
Y hay más humor. Esperan que el año que viene una óptica patrocine el encuentro. Y es que las fichas con los nombres de los nominados tienen letras muy pequeñas. No todos leen bien.
Cuando los discursos de agradecimiento se extienden, suena el latido de un corazón. Si el atrevido no cesa, una persona muestra una tijera gigante hecha de cartón.
Otra muy aplaudida es María Alejandra Tellis, quien gana Actriz principal (teatro no musical) por su papel en Clarissa. “Quiero honrar a todas esas mujeres, a todas las actrices, a todas esas personas de las distintas disciplinas que han pavimentado el piso por donde hoy estoy transitando. Gracias por hacerlo más fácil. Todavía faltan tantas cosas para que nuestra profesión sea dignificada. Sin embargo, agradezco a todas ustedes con las que estuve nominada. Son unas monstruas”.
Los discursos no son aislados. No es una cuestión de una perspectiva apartada, ni es una observación muy particular. No son excepciones. Marianery Amín también agradece el premio a Director (teatro musical) por su rol en Matilda, de Clas Producciones. Pero también: “Por último, quiero hacerles una invitación a remar juntos. Necesitamos crear industria. Todavía estamos en eso. Llevamos no sé cuántos años haciendo teatro, y todavía necesitamos una industria que nos proteja. A veces nos sentimos desvalidos. Si vemos a los lados a toda la gente que hay, podemos multiplicar. Vamos a abrirle las puertas al teatro musical, a la improvisación, al stand up, además de continuar el teatro de texto. Que el público venga a vernos más. Necesitamos remar para el mismo lado”.
Y así la noche transcurre. Los ganadores se llevan a casa una elegante estatuilla llamada La Venus de la crítica, hecha por el artista plástico Miguel Marsán. Un premio al esfuerzo y una noche para el sosiego que permite brindar, pero también reflexionar, y el honor a la larga trayectoria, como el Premio especial de la crítica a Juan Carlos de Petre, fundador del Teatro Altosf de Venezuela, quien se arrodilló en el escenario para dar gracias en una gala que fue elogiada incluso por ajenos al teatro, pero no a la artes. En el brindis, alguien del mundo de las letras comenta: “¿Por qué nosotros no tenemos algo así?”.
Ganadores
Producción de teatro (teatro no musical) – Premio Carlos Herrera: Ari Savio, de La Caja de Fósforos por la obra Speranza
Producción de musical – Premio Carlos Herrera: Claudia Salazar por Matilda
Producción de teatro para niños y jóvenes – Premio Carlos Herrera: Alfonzo Villalobos por El generalito
Director (teatro no musical): Orlando Arocha por Speranza y Pancho Salazar por Tío Vania
Director (musical): Marianery Amín por Matilda
Director (teatro para niños y jóvenes): José Simón Escalona por Dragones
Actriz principal (teatro no musical): María Alejandra Tellis por Clarissa
Actor principal (teatro no musical): Nelson Lehmann por El avaro
Actriz de reparto (teatro no musical): Mariela Suárez por Las esenciales
Actor de reparto (teatro no musical): Humberto Ortíz por Tío Vania
Actriz de musical: Dora Mazzone por El hombre de la mancha
Actor de musical: Humberto “Beto” Baralt por Los miserables
Actriz de teatro para niños y jóvenes: Marx Cipriani por El generalito
Actor de teatro para niños y jóvenes: Coco Sánchez por Dragones
Dramaturgia venezolana para adultos: José Miguel Vivas por Tenebros
Dramaturgia venezolana para niños y jóvenes: Alfonzo Villalobos por El generalito
Escenografía-Premio Rafael Sequera: Claudia Jubés por Speranza
Vestuario: Ghislaine Latorraca por Veneno
Iluminación: Gerónimo Reyes por E´ Ultreja
Música original – Premio Aquiles Báez: Washé por Gallegos: Selva llano y palabra
El Miope 