Caudal en galga

Inseptos inectos/ «Caudal en galga»

Por Rafael Greco T.

Abría el telón y en escena solo el protagonista, los brazos como ramas suspendidas, la mirada perdida bajo el cono del seguidor, y esa primera frase del libreto escondida en el paladar, discutida ferozmente con el director. Carlos, premio nacional de teatro no se atreve, “…la necesidad, y en bolívares para colmo” piensa.

El público en su concierto para murmullos y toses con el nervio fresco de la puntualidad, manoseando el programa espera distraído. Pero ¿Cómo puede dar inicio una adaptación de Las troyanas con “Compadre… ¿y ese sangrero en las cotizas?”.

Se concentra Carlos, ensaya la voz en el estómago, pero los jugos gástricos disuelven las palabras y vuelve a su mente crítica: -después de esa gafedad…cómo voy a decir “no hay agua pa’ quitarse el tierrero”. 

El humo navega en el resplandor y las maripositas desordenan el polvo frente a los engreídos mosquitos. Una materia derretida dentro de un flux, en primera fila, tritura huesos de una mano desinteresada, floja del desdén que marcha de otros fracasados estrenos, de otras escarchas que no bañaron el tocado.

No hay sudores salando la piel de Carlos, él sabe que el borocanfor es efectivo para la planta de los pies en toda circunstancia. Toma aire y justo cuando sus labios van a moverse explota un transformador en la cuadra. La planta eléctrica duerme, no había presupuesto para el combustible.

Caudal en galga

Foto: Rafael Greco T.

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