Por Rafael Greco T.

Lo primero es lo primero. Lo segundo es…bueno, lo tercero también podría ser lo primero.

Vaya a una farmacia y busque unos lentes con el aumento que necesite. No se ponga coqueto, usted es el observador, la naturaleza ni lo notará…al principio.

Compre un cartón de cigarros al salir de la farmacia. Asegúrese de tenerfósforos. Corra a un depósito de licores, llene de cervezas y hielo su cava de anime.

Al llegar a casa, diríjase directo al patio. Ponga la cava a un lado del chinchorro. Acuéstese; llame poderosamente a alguien. Paciencia, no grite, solo levante la voz hasta generar suficiente reverberación con un nombre para que vengan a mecerlo.

Primer cigarro; destape una cerveza y pele bien los ojos. 

Mire las macetas, la quietud de las matas, Dios es grande.

El perro le ladra a una rata que mordisquea el pienso, qué maravilla; la toma entre sus dientes rabiosamente, le parte la columna vertebral y se la deja de regalo al lado de la cava. Convulsiona el animal moribundo, chilla para usted.

Homero le mueve el rabo, se para en dos patas en un borde del chinchorro; lo llena de tierra y baba. Es hora de otro cigarro.

La mata de mamones, esplendorosa, cargada. Concéntrese en los pájaros y los pericos. Llame de nuevo al que lo meció para que le ponga su cidí de vallenato. 

Ya en la sexta cerveza comenzará a ver a las aves con otros ojos y el pepero en el piso, las manchas en los adoquines y las baldosas. Analizará su entorno.

Notará peñones y piedras de distintos calibres. 

Octava cerveza. Un zancudo le canta un aria improvisada al oído. Se da con la palma de la mano en la oreja; le queda sonando un pito por veinte segundos. A la décima cerveza se levantará dejando un cigarro recién encendido en el chinchorro, todo arderá; recogerá las piedras, comenzará a maldecir, lanzándolas sin precisión.

Detalle el espectáculo antes de resbalar con una pepa de mamón e irse de espaldas directo a un hospital con fractura de cráneo.

Foto: Rafael Greco T.