Rock and MAU

Rock and MAU, el regreso al lugar de origen

Desde 2016 el proyecto que une diversos géneros no se presentaba en el país. Rostros conocidos de la iniciativa y nuevos artistas formaron parte del reencuentro 

Por Humberto Sánchez Amaya

Casi diez años después ocurrió el reencuentro. Todo comenzó a finales de 2011, en diciembre exactamente, cuando un grupo de integrantes de la Movida Acústica Urbana pensaba cómo romper el tedio de esas dos últimas semanas del mes, esos días en los que parece que la ciudad se detiene y la vida se circunscribe a reflexionar mirando al techo después de ver películas repetidas 

Fue así como entonces se les ocurrió la idea de llamar a varios cantantes de bandas de rock y pop del país, conminarlos a interpretar sus temas, pero en el coqueteo de la música tradicional venezolana. Así fue entonces como canciones de Rawayana, Viniloversus, La Vida Bohème, Caramelos de Cianuro y Tomates Fritos llegaron a la orilla del merengue,el vals, la jota carupanera, el joropo tuyero, la gaita y más. 

Surgió Rock and MAU, un proyecto que comenzó en una idea tímida que fue cada vez sumando más público. Una iniciativa que llegó a presentarse en el teatro Teresa Carreño, el Aula Magna de la UCV, además de grabar dos discos de estudio. Todo planeado para vivir la experiencia y registrarla para la posteridad.  Fue reunir a figuras de la creación musical que parecieran vivir en parcelas separadas, como esos vecinos que se saludan solo si se encuentran en el ascensor.

Entonces, esta idea que tuvieron Diego “El Negro” Álvarez  y Álvaro Paiva-Bimbo abrió la puerta del salón de fiestas para que todos se reunieran. 

Rock and MAU

La cita

El teatro del Colegio Santa Rosa de Lima fue el lugar para unir nuevamente a aquellos que confiaron hace tanto, pero también para decirle hola a los nuevos, a esa generación que hasta este año solo sabía de Rock and MAU como un hito reciente de la música. El proyecto no se presentaba desde 2016. 

Un murciélago revolotea los puestos más altos del balcón de la sala. Algunos lo esquivan. Una mujer dice que estén tranquilos, que los bichos saben guiarse y nunca chocarán con nadie. Al rato, desaparece. La función comienza casi una hora después de las 7:00 pm, la hora fijada en la entrada. Minutos antes, Paiva-Bimbo había salido a ofrecer disculpas a los que todavía esperaban ingresar.

To Cantao dio la bienvenida con un show de versiones interpretadas por voces constantes de la noche caraqueña, voces que también son maestras de nuevas generaciones. Ahí están Luis Alfonso Pernía, Hana Kobayashi, Mariana Serrano, Alejandro Zavala, Williams Mora y Jorge Torres. 

Luego, es el momento del reencuentro. Un calipso acompaña a Arístides Barbella de Malanga mientras canta “Mil copas”. Es la primera canción del regreso de Rock and MAU. Culmina  e inmediatamente entra Rodrigo Gonsalves para cantar “Tu ambición”, tema de Viniloversus en tambor de Tarmas. Se nota un poco cauto en esa primera salida. Le faltan dos canciones de su grupo que tocará más adelante. 

Rock and MAU

En Santa Rosa de Lima los músicos desde el escenario trazan una línea en el mapa que va del sur del país a la costa más cercana, es la fiesta de los ritmos con rostros de visitantes, visitantes que se sienten a gusto en la casa a la que vuelven, esa casa de la tradición que varios artistas del rock y del pop conocieron hace poco más de una década. Un lugar del que bandas como Rawayana se han llevado recuerdos que ahora muestran afuera, como el merengue caraqueño que tocaron en la sesión Tiny Desk; hecho relatado por Paiva-Bimbo en El Miope en Radio hace par de meses. 

Hay caras nuevas entre los cantantes. Andrés Mata, Liana Malva, Luis Fernando Borjas, Carlos Segura y Carlos Linares. Son la nueva generación o la vieja escuela que no se había acercado a la casa.  También entre los músicos hay otros rostros, como el saxofonista Rafael Greco, los flautistas  Luis Julio Toro y Andrea Vieira, la maraquera María José Castejón, el cuatrista José Lunar, el guitarrista Juan Ángel Esquivel, el baterista Fernando Valladares, el bajista Luis Freites, el percusionista Vladimir Quintero, los mandolinistas Jorge Torres y Pedro Marín, el trompetista Anthony Pérez y el saxofonista y flautista Ezequiel Serrano. 

Julio Briceño también debuta, pues antes era Mauricio Arcas el conminado a la fiesta. Desde su primera salida a cantar “La que me gusta” como una gaita de tambora que le abre la puerta al reggae. Se nota la confianza sobre el escenario, al igual que con Alfred Gómez Jr. en “Si es amor” a lo Guaco, Carlos y Álvaro Segura en “Vampiro” como tambor de Caraballeda, Luis Fernando Borjas en contradanza para “Si mis paredes hablaran” o el tambor  de Tarmas para “Tripolar” con Boston Rex. 

Henry D’Arthenay de La Vida Bohème es junto con Rodrigo Gonsalves uno de los que estuvo en esa primera camada de hace más de una década. Lleva al escenario temas como “Angelitos negros” en joropo y “El zar” en tamunangue.

Todos temas emblemáticos del pop rock venezolano. Pero también hay cabida para los noveles como “La distancia” de Liana Malva en gaita de tambora, “Te tienes que enterar” de Andrés Mata en sangueo. Carlos Linares interpreta “En el sur”, un vals que se para en la esquina del tambor de Patanemo que popularizó Servando Primera.

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Observaciones

Por momentos, se nota áspero el momento entre canciones. Apenas termina un tema, sale un cantante y entra el otro para arrancar inmediatamente con su respectivo tema, varios sin mediar mayor palabra. Casi en automático.

Algunos comentarán al salir que les hubiese gustado alguna presentación, alguna narrativa que hilara todo; la presentación de algún cantante, pues no todos en el público reconocían a algunos. 

Más allá de eso, la noche es amena con esa reunión de tradición, pop, rock, algunos toques de jazz. Un saludo a la venezolanidad que se refuerza con las noticias del partido de Venezuela contra Jamaica en la Copa América. Cada tanto alguno de los músicos anuncia un gol. Alfred Gómez Jr. dice “mano tengo fe” y más adelante Arístides Barbella dice que Venezuela 2 y Jamaica 0. 

Algunas canciones tienen apoyo en los coros de Mariana Serrano, Carlos Linares o Andrés Mata. Se van intercambiando de acuerdo a la canción. Hay lecturas también en algunos momentos, como cuando Mariana Serrano le hace coros a Arístides Barbella, ella, que tiene que ver con el origen y nombre de Malanga. 

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La casa 

Es una cita de reconocimiento, de homenajear el encuentro, de admirar la grandeza y la trayectoria del otro, como Carlos Segura cuando reverencia con pandereta a Jorge Torres, o Andrés Mata que le muestra su respeto a Rafael Greco. 

La noche cierra con el más latin funk de “Mentiras”, con la que salen todos los cantantes a bailar, abrazarse, cantar. Un reencuentro frente al público de distintas generaciones, aquellas que desde los ochenta señalan un camino, aquellas que a finales de los noventa y principios de siglo dieron afinaron la influencia con personalidad y los que ahora se ven entre esas dos vorágines para posicionarse en una escena muy adversa, pero no por eso menos impetuosa.

Ya en los camerinos, los músicos irán recogiendo sus cosas. Muchos se quedarán unos días más, otros partirán de madrugada. Por ahí se ve Pedro Pérez de PP’S, quien se toma una foto con Julio Briceño, hablan un rato y recuerdan la versión de “Yo soy así” que Los Amigos Invisibles grabaron en Super Pop Venezuela

Todo se concatena, aunque sea por una noche. Al día siguiente, todos seguirán con sus agendas, pero Rock and MAU será un paréntesis para el reencuentro necesario, un rato para derrotar la distancia física de la diáspora y reconocerse en el lugar de origen.

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