Disponible en la plataforma Max, la película argentina cuenta la historia de dos empleados que roban el banco en el que trabajan
Los delincuentes es de esas películas que están ahí, a la espera de un repaso que sorprenda. El largometraje argentino es largo, de tres horas de duración, pero es tiempo suficiente para un autor que se sacude las exigencias de estos tiempos de inmediatez, pero tampoco cae en la intensidad vacía.
Dirigida y escrita por Rodrigo Moreno, la obra cuenta la historia de un empleado de banco llamado Morán (Daniel Elías), a quien sabe presentar desde los primeros minutos. Levantarse, desayunar, tomar el transporte público y entrar a la agencia. Es el encargado de contar el dinero que debe depositar en la bóveda.
El autor introduce al espectador en el mundo del personaje sin dar señales remarcadas de lo que verdaderamente siente y planea. Su proceder es aparentemente inocuo, pasivo, hasta que muestra lo que planifica desde hace tiempo: el robo de miles de dólares.
Es la solución para dejar de trabajar y vivir cómo desea. Retirarse al campo y alejarse del ajetreo de una ciudad como Buenos Aires. Pero sabe que debe pagar un precio: la cárcel. Está en sus cálculos. Mientras tanto necesita de alguien que resguarde la plata.
Llama entonces a Román (Esteban Bigliardi), uno de los cajeros del banco, un hombre sin mayor característica que genere sospecha. Encaja en la coartada. Además, es una persona que cumple órdenes a carta cabal, sin mayor rigurosidad en la revisión de sus respuestas ante un estímulo. Eso sí, como todos los empleados de la empresa, en un contexto de incertidumbre.
Entonces le entregan el dinero para que lo guarde hasta que Morán salga de la cárcel. Claro está, obtendrá una parte de los miles de dólares.
Los personajes
Los delincuentes es una obra que sabe trabajar a sus personajes. Y lo hace de una manera dosificada. Develando capas de cada uno de ellos de una manera quirúrgica. Incluso en detalles tan mínimos como el cigarrillo hay toda una declaración de aspiraciones.
Morán es decidido y arrojado una vez comete el robo. Viaja a la provincia de Córdoba para planificar la vida después del encierro. Tras las rejas, luce confiado, hasta que le llega su dosis de realidad y debe recalcular su proceder, pero sin desviarse del plan inicial.
Por su parte Román actúa sin mayor convicción, solo reacciona al instinto de supervivencia ante su nueva realidad. Le remuerde la conciencia porque es buena gente, pero se las arregla para acomodarse a duras penas al plan. Las actuaciones de Daniel Elías y Esteban Bigliardi son idóneas para cada personaje. Vale destacar el trabajo de Germán de Silva, quien tiene dos papeles: gerente del banco y maleante en prisión.
Argentinidad
El autor conoce su entorno y logra en Los delincuentes transmitir una argentinidad total en el largometraje. Los diálogos de sus personajes, incluso los de aquellos secundarios, crean un universo muy a tono con la localidad de la trama, pero fácilmente entendible porque son dilemas bastante universales. Ya en Córdoba, en esos verdes parajes el tiempo transcurre de otras formas, y los personajes incluso cambian sus maneras ante otras exigencias. Se logra transmitir que allá todo es diferente, no solo en el ambiente, sino en la mente de cada uno.
Hay repasos también por la cultura popular del país, la música de Pappo’s Blues y las líneas taciturnas de Ricardo Zelarayán. Es un detalle que le da más intimidad a las interacciones de los personajes, a sus anhelos, pues representan un refugio porque es lo único certero.
Los delincuentes compitió en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes. Es una película que se toma en serio su ritmo. Ningún minuto sobra. La fotografía dará unas postales de colección, además de las conversaciones cotidianas que irán surgiendo en el metraje, todas ellas muy a tono con cada situación en esta obra de 2023 disponible en Max.
Cada escena está justificada a favor de la trama principal, del desarrollo de dos personalidades que comienzan un viaje hacia promesas. A pesar de los cambios, se afianzarán las verdaderas aspiraciones de cada uno de los empleados. Entre el cumplimiento de lo prometido y la esquiva esperanza por la vida soñada.










