Inseptos inectos - Meditación

Inseptos inectos/ «Meditación»

Por Rafael Greco T.

Las cosas cambiaron en la ciudad desde que los gatos comenzaron a flotar.

Sus huellas no volvieron a imprimirse para delatar los secretos más íntimos de la penumbra.

Hay que acostumbrarse a la intermitente agonía de los leds.

Cuando las faldas de las altas farolas dejaron de proteger al universo de los monstruos, los sueños se transfirieron a los dominios de la mañana.

Congeladas sombras de peces juntas como cubos de hielo en la superficie de un acuario; así se recuerda lo que alguna vez fue el misterio, la respuesta inhibida, un disparo en la lejanía y los crujidos no identificables.

Pero, lo que en realidad preocupa a las autoridades son los ronroneos en las alturas, las duchas de saliva, la lluvia de pelo muerto, el asombro de los perros, el mal dormir de los murciélagos y las bandadas de pájaros estacionadas en autopistas desiertas.

Conversaba con un roedor el otro día, sobre el destino de las esquinas “Habrá que convertir los recovecos en lugares sinuosos” dijo como un animal político o un comentarista de fútbol y se preguntó dando vueltas a un vaso plástico repleto de cerveza ¿qué hacemos con nuestros jóvenes que intentan imitar a los profesionales de las redes (arácnidos, pescadores, etc.) aquellos que caminan con el lomo y buscan la muerte saludando al sol como mediocres practicantes de yoga?

Lo normal es que una mascota venga con un esquema eléctrico engrapado a la factura de compra. Comprender ese mapa quizá explicaría el comportamiento de los felinos de agua, pienso, arena sanitaria, nocturnidad castrada, control de uñas, nombre y collar con placa. Curioso que estos maúllen en un dialecto que no comprenden los que ahora reinan en azules jubilosos, en naranjas ardientes, en cada titubeo de las ráfagas de aire.

Por supuesto, el entramado de barrigas peludas ha favorecido a la mecánica automotriz intuitiva. Se bajan motores en cualquier sitio con esa comezón que produce la duda en las coronillas. Podría añadir que ya la vida por estos lares es un taller que solo su dueño recomendaría.

Andar entre tornillos me ha recordado que sigo buscando el que le falta a mi vecindario. Por gracia divina sigo cuerdo o simpatizo con lo inusitado. He suspendido el uso de mis cotizas petroleras, muestra elocuente de superación.

En este momento se constelan puntos luminosos sobre mi madrugada, son millones de ojos de gatos realengos que jamás aprendieron a parpadear.

Inseptos inectos - Meditación

Foto: Rafael Greco -T.

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