Inseptos inectos

Inseptos inectos/ «Sentencia»

Por Rafael Greco T.

El plateado rebotaba en las hojas, demoraba segundos en llegar a mi piel. Exangües, los brazos de los árboles, hacían del camino una marea de sombras, de tachaduras que parecían amoldarse a las piedras como retazos de seda. Las heridas que vine a donarle a lo más ingobernable de la noche se ataron a la arena. Con suerte, pronto seré sudor para el olfato de los coyotes, faena desmesurada para hormigas.

Desde el mediodía, Jacinto Kratz blandía su tenaz venganza. Yo era solo una espalda encallada en la barra del botiquín “El Polaco”. Frases airadas enmudecían la voz lacerante del cantinero. Supe que la amargura del ron presagiaba lo peor. Cada mención de Celestina aplanaba por un instante el amasijo de insultos. La soga de mi silencio, tiraba de los grises pintados en la escenografía de una película pobre. Fui sintiendo el frio del miedo y a la vez el odio de la daga entrar en mis pulmones infectados de perfume, de jadeos, de sales. Merecía morir frente a todos. Al menos regalé chillidos a la bombilla, quejas al polvo. Me arrastré…

Inseptos inectos

Texto y fotografía: Rafael Greco -T.

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