Nadia Cepeda

Caracas, el Amazonas y París: Los viajes del arte de Nadia Cepeda

Encontró en el dibujo su verdadera pasión. Sus viajes a comunidades indígenas venezolanas nutrieron profundamente su obra. Un periplo de vida que ha sido una constante reflexión sobre oficio, despertares y la relación con el país. El ímpetu de una artista que encuentra en el trazo una expresión de paso por el mundo 

Por Diego Almao

Los padres de Nadia Cepeda le sugirieron un año sabático, tomar una pausa para definir el siguiente paso, pero ella no la necesitaba. En agosto de 2012, había trazado su destino: estudiaría Arquitectura en la Universidad Central de Venezuela.

En ese momento estaba muy segura de lo que quería. Decía «yo no quiero esperar, yo no tengo tiempo para esperar, yo quiero comerme la vida porque me voy a graduar a los 21». Ojo, eso iba a cambiar con el tiempo.

Por ese entonces, su vida ya tenía un sendero sostenido en la necesidad de expresarse y traducir el universo sobre el lienzo o papel del momento. El trasfondo artístico de su familia le dio el contexto necesario para explorar el mundo sensible y descubrir un lenguaje propio. Esta es su historia.

Primeros acercamientos

El destino de Nadia se inclinaba hacia la expresión. La suya es una familia donde el arte ya había echado sus raíces, con una abuela que pintaba y dibujaba como pasatiempo y una madre cercana al teatro y a la gimnasia rítmica. Fue ella quien acercaría a Nadia a sus primeros contactos con la experimentación desde muy pequeña al empapelar los espacios de su casa para que pudiese pintar sin temor a reprimendas.

Ella tiene un acercamiento más estructurado hacia el arte a partir de los 3 años, con unas clases de violín que se extendieron alrededor de un lustro y que vinieron acompañadas de prácticas y conciertos. A sus 7 años, comenzó a tener sesiones extracurriculares de pintura.

Entre los 10 y 11, luego de un coqueteo con el violín y la flauta dulce, Nadia volvió al dibujo con talleres después de las clases, ya estudiando en su natal Caracas en vez de San Antonio. Más allá de que le gustaba, el sentido de vocación no aparecía todavía. En sus propias palabras, era mero entretenimiento, pero no por mucho.

En 2011, ella empezó a acercarse al dibujo de forma más consistente y detallada, interesándose por el lado más técnico gracias a su paso por La Comunera, una fundación comunitaria ubicada en San Antonio de los Altos, puntualmente en Los Salias.

En sus palabras, las clases en La Comunera eran más empíricas y tradicionales, comenzando alrededor de las 7 de la noche para extenderse hacia las 8:30 o 9 dependiendo de la sesión. Fue una época donde la arquitecta continuó sus acercamientos sobre el carboncillo, aproximándose también al bodegón, un género artístico que prefiere ver de lejos.

Nadia Cepeda
Bodegón #1. Grafito. 2012.

Aunque el ritmo del día a día le impidió a Nadia continuar sus estudios allí, ella no dejaría de aprender. Empezó a tomar clases con su abuela materna, una persona con un saber práctico muy curtido aun sin completar estudios formales en la Escuela Técnica Cristóbal Rojas. La arquitecta reforzaría así lo que sabía sobre carboncillo, degradados, perspectiva y el proceso de pintar a lápiz. El camino artístico no había parado, solo dio un pequeño giro.

Arquitectura: un ir y venir constante

Los primeros meses de Arquitectura fueron fáciles. La base de perspectiva que Nadia desarrolló con los años se reflejaba en sus trabajos, al punto de que completarlos no le tomaba mucho de su tiempo. Con este margen, ella decidió volver a la educación artística, esta vez en la Academia de Dibujo Artístico y Publicitario Martinis, alrededor de 2014.

El formato era de taller, todos los cursantes podían acercarse y comentar las obras en pleno proceso. Fue un momento crítico para ella y que le permitiría tener más seguridad sobre su arte. Como comentó, «el dibujo pasó de ser algo que era solamente para mí a poder compartirlo».

Un momento decisivo sería 2017. Nadia continuaba su formación artística en el Centro Martinis luego de tomarse una pausa. No obstante, con Arquitectura sucedía algo distinto, ya entre su quinto y sexto semestre.

Yo ya lo sentía un poco limitante. Me gustaba, pero sentía que no me permitía hacer otras actividades, no me permitía dedicarme al dibujo, ni siquiera como un hobby. Para ese entonces ya había algunas pinceladas [de que el arte era su camino de vida]. Quizás había tomado una mala decisión, quizás no era Arquitectura, quizás era Artes.

Aun así, Nadia persistía. Recibía los golpes de la carrera, pero no se sentía lo suficientemente «mala» como para abandonarla. Sin embargo, el desgaste de los pendientes y un entorno académico que no coincidía con sus principios fueron suficientes para que decidiera darse un respiro y, por seis meses, olvidarse por completo de la universidad.

Así empezó su 2018. De marzo a septiembre de ese año, Nadia redobló sus esfuerzos en el Centro Martinis para seguir desarrollando su técnica, acercándose también a la meditación por medio de un retiro espiritual. Es una época crucial también porque ella comienza a crear desde sí misma, sin el uso de referentes dentro de su academia. Empieza a utilizar su imaginación como punto de partida para su arte, empezando por una serie de monigotes.

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Ese momento en que quizás nuestros hilos se aflojan un poco. Grafito, Crayón, Acrílico y Collage. 2018.

Cuando vuelve a Arquitectura, en octubre de 2018, lo hace con una perspectiva distinta de la carrera.

Empecé a dejar de esperar cosas de ella que no venían al caso. Ahí empecé a aceptar que me gustaba la arquitectura, pero me apasionaba el dibujo. Conectaba mucho más conmigo de lo que jamás pensé que iba a hacer.

Viajes hacia el origen del mundo

Al venir de una familia dividida entre Cumaná y Mérida, Nadia nunca fue ajena al viaje. Sus años de infancia oscilaban entre un extremo y otro, conociendo el país en el trayecto. Ella recuerda con mucho afecto la finca de su abuela paterna en Mucunután, un lugar remoto en Mérida donde se concentraba en pintar y leer.En 2018, en medio de su pausa universitaria, Nadia viajó hacia Delta Amacuro para realizar unos murales. Allí conoció a la comunidad indígena Yabinoko. Esta comunidad significó mucho para ella, pues la hizo conectar con el país de una manera desconocida hasta el momento, pero también porque sembró el deseo de retratar sus experiencias de viaje en su obra. Aquí surgiría uno de los cuadros que suele presentar en eventos, La nena warao.

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La nena warao. Crayón sobre tiza pastel. 2022

Todo eso que vivía allá, yo venía y lo expresaba acá. Era como que quiero mostrar, quiero hacer obras de arte de esto. ¿Para qué? Bueno, para mí, para guardármelas como recuerdo, y a la vez, poder enseñárselo a la gente que no ha podido llegar hasta allá.

Años después, Nadia viajó hacia el Amazonas para trabajar con otras comunidades indígenas. Esta experiencia fue el origen de un segundo cuadro, El árbol de la vida, inspirado en el tepuy Autana y que la etnia indígena Uwottüja concibe como un lugar sagrado y parte de su mito de la creación.

Antes de estos encuentros, la conexión de Nadia con Venezuela no era fuerte. Se sabía venezolana, no negaba sus raíces, pero su sentido de pertenencia era débil. Fue a partir de estas visitas y contactos con culturas, valores y modos de vida distintos al acostumbrado que ella pudo entender y asimilar su relación con el país con un significado más profundo.

Nadia Cepeda
El árbol de la vida. Acuarela. 2022.

Nadia llega a París

De manera inesperada, Europa conoció a Nadia. Arquitectura le permitió participar en un proyecto apoyado por la Embajada francesa en el país, uno que le otorgó una beca completa para comenzar estudios en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de París La Villette (ENSAPLV). Sin saber el idioma, Nadia conoció Francia en 2023.

La cosa fue que aquí yo pude conocer muy poco, porque realmente las clases eran absorbentes. Yo estaba en modo para estudiar, para pasar. El arte lo vi principalmente en la calle, en la arquitectura; noté cómo todas las dinámicas sociales eran diferentes… obvio, pude ir a algunos museos y ver algunas cosas, pero no tanto como me hubiese gustado en esa primera oportunidad.

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Dibujo in situ en Montmartre, París, Francia. Foto de 2023 por Nadia Cepeda

Más allá de que Francia representó una experiencia sin precedentes para ese momento, Nadia no se sentía del todo contenta. Dejar atrás el país por unos meses significó una serie de cambios académicos y personales que afectaron su ánimo y su manera de vivir París. En sus palabras, el viaje la había hecho sentir «rota», al menos en sus comienzos.

En este periodo, Nadia conoció a una persona muy importante y quien sería un puente para su segunda travesía, esta vez por Italia. Durante 18 días, Nadia viajó en van y conoció sitios como Florencia, Roma, Boloña y Venecia, donde disfrutó del carnaval. Fue también en Italia donde ella visitó el cementerio ideado por Aldo Rossi, un edificio que el diseñador y arquitecto concibió para los muertos en vez de los vivos. 

Más allá de trabajar un libro de bocetos que llevó en su viaje, ella todavía no ha retratado formalmente sus experiencias en Europa. Como comentó, vivencias de este tipo necesitan un tiempo de maduración antes de que ella las plasme. Aun así, su paso por el Viejo Continente la hizo descubrir una faceta de sí que permanecía inexplorada en el país, pero no por mucho.

Primeras exposiciones

Nadia es una persona muy privada. Abrió su perfil de Facebook en 2012 solo por motivos universitarios y rara vez usa TikTok. Su principal red social es Instagram, entrando a la plataforma en 2018, una época en que la digitalización se había ya consolidado. Sin embargo, su necesidad de socializar y recorrer París con el poco tiempo que tenía la hizo reajustar sus límites para darle espacio a nuevas experiencias, algo que mantendría consigo en su regreso a Venezuela.

En junio de este año, la alcaldía de Chacao organizó un evento de arte en vivo en Plaza Francia Sur, ARTtívate, una oportunidad para que distintos artistas visuales se reunieran en un espacio público y presentaran sus obras mientras también realizaban arte en vivo. Una noche, Nadia vio la convocatoria y decidió participar. Fue una ocasión importante para ella.Era la primera vez que estaba enseñando [su arte] a personas que no conozco. Tengo un Instagram, pero es muy pequeño, muy casero. Entonces, para mí era la primera vez que en realidad hay un público que no me conoce, y para mí fue impresionante porque la respuesta de la gente fue muy buena.

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Nadia en ARTtívate, junio de 2025. Foto de Alexander Cepeda.

Cuatro meses después, Nadia se volvería a presentar, esta vez en Garabato, un encuentro de artes visuales donde la recepción de su obra superó sus expectativas. Varias personas se acercaron a su espacio en medio de la exposición para ver su trabajo y hablar un rato con ella, fotografiando sus cuadros y preguntando por sus redes para seguirle la pista.

En vez de entender estos espacios como oportunidades para vender lo que hace, Nadia los mira como lugares para reconectar con su entorno y ser parte de la comunidad artística de la ciudad. Su regreso del Viejo Continente le hizo redescubrir la importancia de salir de su zona segura y entrar en contacto con otras maneras de vivir. Eso sí, ella actualmente trabaja en un sitio web donde oferta sus obras, así como un portafolio que junte sus dibujos y trabajos de arquitecta.

Imágenes y texto

Decir que Nadia es una artista visual es una obviedad cuando lo primero que deja ver en Instagram y exposiciones son sus dibujos y pinturas. Aun así, decirlo sigue aportando algo nuevo, pues todo su proceso creativo parte de ella observando algo que llame su atención y encienda la chispa creativa.

Yo puedo estar en mi casa y estar haciendo algo con alguien, como ver una película. De repente pasa algo en la película o me pasa un pensamiento, una idea que detona otra cosa y salgo corriendo. Busco un papel porque se me va a ir [la idea]. Tengo una imagen en mi cabeza, y lo que hago no es dibujarla, sino escribir, escribir a detalle. Es como un momento de drenar que me agarra desprevenida, es súper espontáneo.

Nadia Cepeda
Ejemplo de un boceto en el diario visual de Nadia

Nadia comenta que, en un primer momento, varias ideas le llegaban estando ella en la calle o incluso durmiendo, razón por la que siempre lleva a su lado un diario o libreta para anotar lo que le llega. Creativamente hablando, es una persona nocturna, señalando que su periodo de mayor efervescencia puede empezar a las 10:oo om y terminar alrededor de las 3:00 am. Antes propiciaba mucho más estos lapsos, pero ya no, pues le interesa tener una rutina más sana.

Actualmente, Nadia utiliza la plataforma Trello para organizar todas sus ideas. Para ello, se apoya en listas que le sirven para clasificar y ordenar el material, una práctica que confiesa es parte de una pequeña manía. Dependiendo de cómo se sienta y lo que quiera plasmar en un momento dado, escoge ideas de dichas listas para sus siguientes ilustraciones.

Las técnicas que resuenan

Su paso por el Centro Artístico Martinis hizo que Nadia se acercara a distintas técnicas. Sin dejar la modestia, ella confiesa que no rechazaba ninguna de ellas, y que todas se le daban más o menos bien. Sin embargo, siempre hay unos favoritos, y uno de ellos es el carboncillo.Me gusta mucho la parte manual, sentir el material, ensuciarme. Soy un desastre cuando pinto, no se nota tanto en los eventos porque casi siempre llevo acuarelas, colores y cosas que no ensucien, pero sí cuando uso cosas que tengan textura. A mí me encanta.

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Estrella I-78 y O-58. Acuarela, Crayon, Grafito, Carboncillo y Rapidograph. 2025.

Junto al carboncillo, otra de las técnicas cercanas a su corazón es la acuarela. Salía bien con sus trabajos en la academia, pero no sentía que la dominara. Debió tomar cursos online y ver videos en YouTube en plena pandemia para encariñarse con la técnica, aunque no la convencía del todo porque, en sus términos, «era una técnica muy suave, muy etérea».

Para llevar la acuarela hacia sus límites, Nadia conectó con las técnicas mixtas, lo que siente que más la identifica hoy en día. Ya fuera de los límites de la academia y motivada por los cursos online, ella descubrió su interés por mezclar distintas vertientes. Al usar acuarela, carboncillo, lápiz, rapidógrafo y más, ella siente que la obra recibe una expresividad distinta, incluso cuando los detalles puedan perderse a simple vista.

El arte es el camino

Luego de superar una crisis de salud en diciembre de 2024 y volver de un segundo viaje hacia París, esta vez como turista, Nadia egresó de Arquitectura en julio de este año. Ya con título en mano, cualquiera pensaría que su siguiente paso es ejercer formalmente la carrera, pero no. Hoy en día, su principal foco es el arte.

Desde que llegué de Francia fue como «necesito darme un tiempo, necesito evaluar qué quiero hacer». Siento que fue algo que pospuse, lo he pospuesto por mucho tiempo. Es un tema de sentimiento, no sabría racionalizarlo.

Nadia Cepeda
Espacio de Nadia en el Volumen 14 de Licuadora Alternativa, realizado en la Hacienda Ibarra en octubre de 2025. Foto de Nadia Cepeda.

Luego de ARTtívate y Garabato, Nadia participó en octubre de este año en el Volumen 14 de Licuadora Alternativa, una serie de encuentros itinerantes que funcionan como plataforma cultural para artistas de varias disciplinas. El evento le sirvió para nuevamente conectar con la comunidad artística del país y acercar sus obras a un público interesado que no dudó en darle visibilidad en sus redes, preguntando por su trabajo y recibiendo insights y trasfondo de su parte.

El camino artístico de Nadia seguirá mientras haya algo de ella que busque expresarse y sus ojos sigan observando el mundo. En sus palabras, su arte está ligado con su universo emocional, de su recorrido en el mundo y las personas que lo habitan. Todo eso y más conforma su mundo creativo.

Ahorita, yo siento que mi arte va muy de la mano con una expresividad mía y mis emociones, en lo que veo, en lo que experimento, las personas que conozco… se nutre mucho de eso.

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