Esta vez ganó el Sí. Votaron en contra poco más de 5 millones de personas que parecen no existir. Su opinión no cuenta en un país donde el pensamiento diferente es una traición de un servil a la potencia extranjera de turno en el discurso presidencial.
A veces uno quiere pensar lo contrario, que no es así, que todo cambiará, pero los hechos son enemigos de la esperanza. Minutos después de conocerse los resultados, frente al llamado balcón del pueblo, miles de seguidores, naturalmente euforicos por la victoria, pedían la cabeza de Ledezma. Las peticiones parecían incomodarlo, pues al instante les llamó la atención: «¿Van a empichacar este acto con ese ser insignificante?».
Entonces, ¿ese es el comienzo de una nueva etapa? ¿un país se construye sobre unas bases que sepultan al adversario?
Una amiga escribió en su nick de Facebook que el pueblo decidió y dijo Sí. Está bien, eso ocurrió, ¿pero este asunto de la enmienda no se había resuelto en 2007? ¿Entonces no se tenía que respetar la decisión del pueblo? ¿o es que los que votan en contra no lo son?
Parece que el balcón es lo único de Miraflores que le pertenece al pueblo. Los abstencionistas que vayan a buscar su parte.