Texto escrito por José Ramón García (@jrgarciac)
El peor ciclo de un entrenador con la selección venezolana de fútbol en lo que va de este siglo finalizó oficialmente el viernes pasado. La FVF comunicó la salida de Noel Sanvicente y de una vez anunció como su reemplazo a Rafael Dudamel, el único DT que llevó a un equipo nacional a un Mundial (Sub 17 de 2013).
Ocho juegos oficiales seguidos sin ganar –seis de ellos en las eliminatorias a Rusia 2018– fueron el detonante que provocó la renuncia de Sanvicente, que al parecer de quien les escribe es y seguirá siendo el mejor técnico del torneo local.
Pero la Vinotinto es otra cosa. “Chita” no pudo plasmar en la selección lo que él quería. Fue cambiando sobre la marcha y al final, improvisó.
Cuando llegó en 2014 estaba consciente que le tocaba iniciar un recambio generacional (Arango, Vizcarrondo, “Maestrico”, Lucena y Cichero no eran eternos). Lo hizo este año, pero no fue al planificado. Fue una respuesta a sumar nombres nuevos a un vestuario del que perdió el control cuando 15 futbolistas hicieron pública una carta criticando los manejos de la FVF.
Un punto en seis juegos del Premundial es una cuesta casi irremontable. Toca afrontar la Copa América Centenario y en septiembre el reinicio de la ruta clasificatoria a Rusia 2018.
Antes de pensar en fútbol, Dudamel tiene que pensar en rehacer el grupo. Hay fisuras dentro de la selección. Hay jugadores que renunciaron públicamente como Fernando Amorebieta y otros que sospechosamente desaparecieron de la convocatoria a pesar de tener méritos, como por ejemplo Andrés Túñez, Dani Hernández, Alejandro Guerra (que fue llamado de emergencia para cubrir al lesionado Mario Rondón), Nicolás “Miku” Fedor o Christian Santos.
El equipo se vio desdibujado en toda la eliminatoria. 50 minutos contra Perú fueron la excepción. Eran 11 tipos sin alma, que cometían errores infantiles y según los especuladores de oficio: sin ganas de seguir jugando. Por eso ¡Bravo por Otero, Añor y Rincón! Ellos sacaron la cara cuando todo un país viajó en DeLorean de Volver a Futuro y vio a ganadores como Vizcarrondo, Rondón o Seijas jugar como la Vinotinto de Pastoriza, Borrero o Santana.
El primer trabajo de Dudamel, quien estuvo en los dos lados de la historia –el de recibir las goleadas y el ganador– es revivir el liderazgo que tuvo como jugador. Debe hacer borrón y cuenta nueva. Si el norte del ex arquero de Deportivo Cali, Estudiantes de Mérida y UAM debe ser la Copa América de este año, Rusia 2018 o trabajar con la mira en Qatar 2022 no es lo más importante.
Dudamel debe enfocarse en reconciliar al grupo, que queden atrás las diferencias que hubo con el cuerpo técnico anterior o si la FVF está dirigida por el ex reo de Nueva York y Suiza o su entrañable amigo no sea un tema que distraiga a quienes deban salir a la cancha.
Los derechos se ganan y con el tiempo deben defenderse, pero en la situación actual de la Vinotinto luce terrible que un jugador pelee con los dirigentes por dinero, cuando no son capaces de jugar como lo hacían hace tres años.
Esta generación de fanáticos gritó los goles de Ruberth Morán, vibró con la remontada a Bolivia en Maracaibo, habla con emoción del Centenariazo, añora con repetir el triunfo contra Brasil en Boston y recuerda con tristeza los tres remates a los postes que dejaron a Venezuela fuera de la final de la Copa América.
En la Vinotinto falta una amnistía, tal vez no como esa que aprobó la Asamblea Nacional, pero sí que se llegue a un acuerdo en que se deje atrás los momentos más dolorosos del fútbol nacional en los últimos 15 años y que se comience a armar un equipo que salga del último lugar. Que vuelvan los que se fueron y que recuperen el hambre de ganar los que sigan.
Dudamel debe lograr que se recupere el amor por vestir la camisa vinotinto y en el que contra la corriente se pueda estar nuevamente en la lucha por estar en la Copa del Mundo. Richard Páez y César Farías lo consiguieron.