Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
Axel Capriles considera que el problema que estudia en La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo se ha intensificado. Por esa razón creyó pertinente reeditar la obra que publicó en 2008, una reflexión sobre la viveza criolla en el carácter social venezolano.
“Pensé que íbamos por el camino del desarrollo social, que poco a poco la sociedad venezolana saldría del individualismo anárquico hacia una mayor institucionalidad que nos permitiría alejarnos del arquetipo del pícaro”, indica el también doctor en Ciencias Económicas sobre el libro que ahora publica Editorial Alfa.
—¿En el caso venezolano, esas pautas de comportamiento son las mismas que en 2008?
—Sí, hay unas grandes orientaciones generales vinculadas al arquetipo que denominamos el pícaro y que se mantienen a lo largo de los años. Tal vez ceden un poco en algún momento, pero vuelven a activarse. Si uno ve el bachaquero, figura central en estos tiempos de hambre, es una encarnación del pícaro.
—¿Cómo describiría la actual locura colectiva del venezolano?
—Lo psíquico es ese aspecto que se independiza de lo real. En este momento estamos totalmente tomados por la realidad, la supervivencia. Hay una realidad tan abrumante que le ha quitado protagonismo a lo psíquico. El discurso heroico, como por ejemplo el de la espada de Bolívar que recorre el continente, ha cedido ante la realidad. Locura es cualquier estado de posesión, cuando hay un solo contenido psíquico que se apropia de toda la geografía psicológica de un individuo.
—Se suele pensar en el héroe como una figura positiva. Sin embargo, en el libro indica que el código heroico es opuesto a los propósitos y espíritu de la polis.
—El héroe se aboca a grandes obras y metas sublimes, mientras que el pícaro está orientado hacia lo más bajo y no tiene ideales. Pero los dos representan el individualismo a ultranza, figuras perjudiciales para la vida social, la interacción colectiva, para llegar a acuerdos. El héroe es un individuo que se impone porque considera que su visión es la más importante.
—Algunos podrían decir entonces que para que haya un mayor bienestar social debe intervenir el Estado, pero usted está a favor de una menor participación del Estado.
—La noción de Estado implica que hay un grupo de personas que tienen una forma de entender la sociedad que viene desde arriba. Hablo del individualismo bien comprendido, de donde surge el orden social. Millones de individuos se dan cuenta de que para vivir mejor hay que organizarse y llegar a acuerdos comunes, crear instituciones que resguarden los intereses pautados. Claro, cuando esas instituciones se vuelven muy pesadas arriba, se oprime a la sociedad. Esa forma piramidal con una cabeza en la montaña, como Hugo Chávez, es errada.
—En Estados Unidos permanece la figura de Abraham Lincoln y en España la de Adolfo Suárez. ¿Puede un país vivir sin la figura del héroe?
—Hay una mayor diferenciación heroica, un panteón más amplio que resalta diferentes aspectos del vivir. Tampoco hay un encumbramiento excesivo en esos países, pero sí creo que las sociedades pueden funcionar sin héroes. Podemos colocar a un escritor o un músico como figuras modélicas, que toda sociedad necesita. Hay parte del aprendizaje que es modélico. Pero no creo en lo excesivo, en figuras únicas descollantes. Prefiero lo que ocurre en las sociedades nórdicas, donde hay niveles de igualdad. Son países con mayores índices de desarrollo económico y libertad.
—¿Se puede hablar de una relación entre la oposición y la figura del héroe?
—No. Creo que por eso hay envidia en algunos liderazgos de la oposición. A muchos le gustaría ser un Chávez, ese líder de masas que cautiva y vislumbra a multitudes. Considero que en la oposición no ha habido la discusión sobre otro tipo de liderazgo, que no sea de identidad y representación de un pueblo.
—En el libro menciona que la costumbre de solucionar los conflictos por vías legales e institucionales no es parte de nuestra cultura subjetiva. Pero el año pasado buena parte de la sociedad depositó sus esperanzas en un referéndum para cambiar de gobierno. ¿Eso no contradice el planteamiento del pícaro como arquetipo generalizado?
—Fíjate que fue una población que no tuvo fuerza ni capacidad de llevarlo a cabo. Hay una sociedad democrática, por eso dije que mis esperanzas iban en ese camino. Esa tradición de la segunda mitad del siglo XX caló en la sociedad al darnos pautas internas ligadas a la norma y la institución, pero de forma parcial. En lo individual buscamos arreglos por la vía excepcional.
—¿Algún día nos desvincularemos de la figura de Tío Conejo?
—No creo porque forma parte de nuestra cultura. Solo espero que deje de tener el rol principal en nuestras formas de organización social para que sea una figura folklórica y se limite al ingenio.
—Usted es una de las pocas voces que públicamente ha hablado de la producción de riquezas en lugar de distribución. ¿Se siente solo?
—Hay mucha gente que lo defiende, pero es una minoría. ¿Concibes que en un país como Venezuela y una oposición que propone una nación distinta no haya una discusión nacional sobre la propiedad del petróleo? Un Estado siempre estará hipertrofiado si tiene en sus manos el petróleo. Hay ideas muy confusas con respecto a lo privado. La gente se apropia de lo público, que a su vez se apropia de lo privado.
—En Venezuela pareciera haber un temor a exaltar los atributos del capitalismo.
—La gente tiende a olvidar. Hay una formación histórica muy básica en toda la población y como en cada generación se suman jóvenes a la masa electora, es muy fácil que existan clichés en los votantes para que vayan en una u otra dirección. Actualmente existen prejuicios medievales en contra del capital. Nuestra manera de hablar del capitalismo es como si no fuera un modo de producción, sino de un individuo avaro que quiere explotar al otro, un Midas. No se entiende la libertad económica como fundamental para la libertad humana.
—Ha escrito sobre el tema del hambre como instrumento de dominación. ¿No se puede decir lo mismo de la violencia?
—El principal problema de un ser humano es la supervivencia. Si esta depende de la mano de alguien, la dominación está asegurada. Lo que va a traer la modernidad es la difusión del dinero como medio de cambio e independencia, es lo que permitió que alguien no estuviera bajo el control del señor feudal al poder producir para él mismo. El capitalismo representó para los seres humanos el camino que cada persona quiso. Con respecto a lo otro, Thomas Hobbes veía el miedo como regulador social. Como cada uno es un depredador del otro, con la intención de sobrevivir aceptamos un pacto social para delegar nuestra capacidad de matar al otro en un ente abstracto que es el Estado, el Leviatán. Uno ve cómo después de 1999 la criminalidad se dispara, según las estadísticas. Si un gobierno es fuerte, con todos los poderes, por qué es complaciente con la criminalidad. Pienso que hay un control a través de la violencia y el hambre. A medida que te dedicas a la supervivencia, no puedes enfocarte a funciones más elevadas como deseos de libertad, debate de ideas y lucha política.
La posesión de los seres muertos
Axel Capriles escribe en La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo sobre la posesión de los seres muertos, como es el caso de la imagen de Simón Bolívar en nuestra historia. “Hay un aspecto de lo psíquico que es tomado por esa locura heroica, la idea de que nosotros podemos tener la visión de una única forma de llevar la vida. Ese estado ha existido en Venezuela desde los comienzos republicanos. La idea del héroe fue fundamental para la lucha por la Independencia y luego para el reparto del país en beneficio de esos héroes. Después, el poder empieza a hacer el culto del héroe como método de dominación colectiva”. Sin embargo, no cree que el culto a Chávez haya superado al de Bolívar. “Bolívar fue el factor fundamental de la Independencia y de la idea de nación. Chávez tuvo retazos de conocimientos superficiales. Al final ase medirán sus resultados: la destrucción de lo logrado en el siglo XX”.