Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
Un presentador de televisión se pregunta si el sampler es arte o plagio. Lo hace en una de las escenas de Atómica, el primer largometraje en solitario de David Leitch, quien durante casi dos horas toma los ingredientes de las películas de espionaje y acción para mostrar una historia que pudiera ser previsible y por consiguiente tediosa, pero no.
Desde los primeros minutos, a ritmo de “Blue Monday” de New Order, el filme que se estrena mañana en Venezuela es un recorrido no exento de acción y tensión en el contexto de la Guerra Fría, específicamente en Berlín Oriental durante la víspera de la caída del muro.
En tiempos de éxodo hacia Occidente y de conspiraciones, Lorraine Broughton (Charlize Theron) es una espía que debe encontrar una lista con los nombres de todos los agentes encubiertos que operan en esa parte de Alemania. Es un material preciado por todos los organismos de inteligencia y demás figuras del mercado negro de las maquinaciones.
Responde a las órdenes del M16, que le ordena contactar a David Percival (James McAvoy), un colega que tiene bastante tiempo establecido en la zona y conoce muy bien a otros agentes, así como a los más particulares personajes. Es él quien la ayudará a hallar la preciada lista.
Atómica es una adaptación de la novela gráfica The Coldest City, de Antony Johnston, con ilustraciones de Sam Hart. El guion lo escribió Kurt Johnstad, quien tuvo la misma tarea en películas como Acto de valor (2012) y fue coguionista de 300 (2007) y 300: El origen de un imperio (2014).
Leitch, quien sabe de esta lides por ser codirector de John Wick, logra una historia intrigante de acción y espionaje en momentos en los que la intromisión a la privacidad de forma masiva, como demostró Edward Snowden, pudiera quitarle importancia a una trama como la de este largometraje, que se desenvuelve además en un contexto medianamente remoto, pero con innegables paralelismos en lo que respecta a sentimientos colectivos en situaciones adversas.
Mezcla acertadamente elementos pop de la época con unos diálogos cargados de sarcasmo, sin dejar a un lado la interpretación regia de Theron, a quien presentan como un personaje enigmático, seguro y atractivo en demasía, con reminiscencias a Beatrix Kiddo de Kill Bill.
Es de esos personajes que lucen imbatibles y peligrosos, capaces de derrotar a 10 enemigos en un angosto pasillo. Además ella ignora las intenciones de quienes le dan órdenes para cumplir con ese objetivo, que también trabajan para la CIA. Pero en la aparente frialdad de sus actos también sucumbe a sentimientos, al dolor por la muerte de un afecto repentino, de esos que surgen en el cumplimiento del deber y con los que, en teoría, no debería vincularse. Son aliados o adversarios en potencia.