Marialejandra Martin cuenta a Cayito Aponte

Nota del editor:

Siempre me he preguntado qué ocurre tras bastidores. Qué hay detrás de cada función, qué palabras intercambian los actores cuando se apagan las luces de la sala de teatro, o cuando la cámara de televisión deja de grabar. ¿Hay admiración o animadversión entre quienes dan vida a los personajes de una obra?

RCTV macó a generaciones. Sé que le debo palabras a esa canal, seguramente hay incluso entonaciones que adopté gracias a una telenovela o un programa de variedades. Fueron tantos años, tanta la compañía. Mañana, tarde o noche.

Me imagino sus pasillos, camerinos y comedor como la confluencia de estrellas que tanto estuvieron con nosotros durante décadas, a los noveles deslumbrados ante las estrellas.

El viernes 17 de agosto falleció a los 80 años de edad Rafael José Aponte Álvarez, mejor conocido como Cayito, quien deslumbró a más de uno en el canal, como lo constaté hace poco más de una semana en redes sociales, en las que cientos lamentaron la muerte del actor y cantante.

Una de esas personas fue Marialejandra Martín, quien hace uno años realizó un taller de guion con Julio César Mármol en RCTV. Era una simple tarea, y ella buscó a Cayito para entrevistarlo. Claro, eran amigos, y él aceptó sin problemas. Ella agradecida, además de sorprendida por cómo recordaba cada detalle de lo que contaba, especialmente las fechas.

Acá el resultado de ese ejercicio, que ella compartió exclusivamente con nosotros.

 

 

La cruzada del Gran Rafaelito

(Un monaguillo que prometía)

 

Tranquilo era de chiquito este monaguillo aficionado a la música y a la pesca.  Al menos esos pensaban los Páez, los Antonini y los Feo en la ciudad de La Victoria cuando lo veían pescando y conversando con su primo Freddy Yánez en las riberas del río, donde mucho después, ya de grande y famoso, montaría su primer restaurante.

Su enorme talento musical se puso de manifiesto desde temprano. Ya en primaria formaba parte del Orfeón del Grupo Escolar Rubén Darío. Además, se aplicaba en la guitarra, bajo la tutela del profesor Marcano. Cobraba ocho bolívares durante los días de semana y diez los domingos para cantar la misa en la Iglesia Matriz Nuestra Señora de Guadalupe.

A Caracas llegó para terminar el bachillerato. En esa época no existía el quinto año en La Victoria. También se unió al coro del liceo Aplicación, bajo la dirección de Adelmo Ceballos.

En la universidad, su camino en la música no se interrumpió. Era la época en la que Arquitectura se independizó de la Facultad de Ingeniería en la UCV. Además, eran momentos en los que se hicieron populares varios shows y parodias con el objetivo de recaudar fondos para los viajes de las promociones de arquitectos de aquellos años.

Tres muchachos comenzaron los shows y las parodias. Uno de ellos es Rafaelito, quien para entonces había perdido irremediablemente su nombre por el de Cayito Aponte. Los otros eran José Ignacio Cadavieco y Joselo, el talentoso y locuaz “arrocero” de la Facultad de Arquitectura.

Cayito tenía otra afición: los caballos. La compartía con Luis Pastori, quien le presentó a Charles Barry. Este vínculo le dio un vuelco a todo.

Barry llevó a Tito Martínez del Box, amigo y comediante argentino, a ver los famosos shows de la Facultad de Arquitectura. Tan solo los vio para entender que esos muchachos eran lo que necesitaban para darle continuidad a La Gran Cruzada del Buen  Humor, programa radial que Del Box transmitió desde 1941 en Buenos Aires a través de Radio Belgrano.

Y fue en 1959 cuando nació la versión venezolana de La Gran Cruzada del Buen  Humor, en formato de micros transmitidos los lunes, miércoles y viernes a las 12:45 pm en el popular Show de Víctor Saume.

Figuras como América Navarro, Semillita y Charles Barry, además de Cayito, integraron el primer elenco del espacio. A mediados de 1960, por la época en que se integra el queridísimo Pepeto,  La Gran Cruzada del Buen Humor se consolidó como programa de una hora y comenzó a transmitirse los lunes en el mismo horario que tiene hoy en día.

“¡Che! ¿Cómo le llaman al despelote aquí en Venezuela?”, le preguntó Martínez del Box a Edmundo Valdemar y a Cayito mientras comían en El Rico, legendario restaurante de Bárcenas. Valdemar contestó: “Rochela”. Y así fue bautizada una leyenda de la televisión venezolana.

¿Y la ópera?

En 1961. Semillita le llevó a Cayito un recado a Agustín Lisbona, empresario español y esposo de María Francisca Caballer, primera figura de la Compañía Lírica Española que llegaba al Teatro Nacional.

Cayito estaba convencido de que lo que buscaba para que fuera la imagen de algún comercial. Cuál no sería su sorpresa cuando se enteró de la verdadera razón: Lisbona le propuso cantar la zarzuela La tabernera del puerto, en el papel de Walter Simpson. Todo gracias a su legendario canto de “Se va la audición…que le vaya bien…”.

El salto de la zarzuela a la ópera fue en 1967 con Don Pasquale, de Gaetano Donizetti. Luego vino una extensa lista de personajes y éxitos. La ópera española Marina, en la que compartió roles principales con Alfredo Kraus; Rigoletto, en los roles de Rigoletto y Sparafucile; Tosca, en la que fue Scarpia, en el Barbero de Sevilla como Bartolo, además de Don Giovanni y los oratorios de los réquiem de Verdi y de Mozart.

En la actualidad Cayito interpreta al Viejo El Carrizo en la telenovela Por todo lo alto. Sigue en la Rochela, trabaja en un piloto para un programa de radio y no para de hacer espectáculos en vivo.

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En ese momento, ambos formaban parte del elenco de la telenovela Por todo lo alto, que RCTV transmitió en el año 2006.

 

 

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