Casi normal

Casi normal, nadie dijo que sería fácil

El musical vuelve a presentarse en Caracas. Una obra sobre una familia que entra en el limbo emocional después de la pérdida.Una vida entre lo deseado y lo que verdaderamente ocurre 

Por Humberto Sánchez Amaya

Es domingo 5 de mayo de 2024, los actores de Casi normal ensayan en el Teatro Chacao. Queda menos de una semana para el estreno del musical. 

La directora Rossana Hernández observa desde ese punto de la sala en el que es omnipresente. Karina domina el escenario como se espera de una estrella pop que ya conoce el texto. Carlos Linares debuta en un logro a una carrera que ha labrado como artesano de constantes escenarios. Claudia Rojas vuelve al personaje que encarnó en 2016, ahora con mucha más madurez y obras que presumir. Tom Vivas se desafía con un doble papel mientras Beto Baralt retoma protagonismo como un padre que ve su hogar caer. Daniel Albornoz se nota cauteloso al lado de tanto consagrado. 

En el descanso, Karina comenta que pidió una torta pavlova. Pregunta quién puede estar pendiente si llega cuando ella esté de regreso como Diana, la protagonista de Casi normal, una mujer que pierde el mundo.

Ese momento también es aprovechado para dar indicaciones. En los asientos están miembros del equipo de Clas Producciones. Todos están concentrados en el objetivo principal: que nada falle. La productora ejecutiva Claudia Salazar ajusta con teipe unos cables en el suelo. En unos asientos conversan sobre la banda, que toca en vivo, pero no se ve. Alguien comenta que el guitarrista está sonando mucho mejor. Se refieren a Daniel García. Si en algún momento hubo alguna observación al músico, ya no hay nada que decir. Y frente al público, pocos días después, mucho menos.

Casi normal
Cortesía de Hiram Vergani (@hiramvergani)

Continúa el ensayo. Quedan algunos ajustes. Los encapuchados que transforman el hogar en consultorio, la habitación en discoteca y la sala en el limbo familiar se confunden todavía cuando mueven los andamios que construyen el mundo de Casi normal. No es grave, es cuestión de precisar más.

Cuando llega a su fin, se escuchan en esa sala casi vacía que algunas narices predicen lo que pasará dentro de poco con el público. Aunque ya algunos han visto varias veces la obra, han repasado el texto en distintos momentos, la recreación en tarima sigue siendo conmovedora, pues el drama en escena es cercano y latente en este musical de Broadway con libreto y letras de Brian Yorkey y música de Tom Kitt, autores de la trama y responsables de no pocas lágrimas.

Unos días antes, en la rueda de prensa, Karina había subrayado cómo Casi normal es sensible con el tema de la salud mental, cómo ella incluso había reflexionado más al respecto especialmente después de la pandemia.

Pero cualquier advertencia se queda corta, tan solo un mero enunciado de Wikipedia frente a lo que es la obra en sí, en todo su despliegue como empezó a ocurrir el miércoles 8 de mayo, cuando el público entró en la ecuación en el teatro del Centro Cultural Chacao, donde estará hasta el domingo 26 de mayo.

Casi normal
Cortesía de Hiram Vergani (@hiramvergani)

Una puesta en escena cambiante, un color gris predominante por el metal de los andamios que construyen ese mundo, un mundo para nada ameno, sino gélido y artificial, como de esas propuesta estéticas que cuestionan todo lo industrial por su presunta lejanía y formas deshumanizadoras. Un acierto para ilustrar lo impostado en una familia que no encuentra un centro. Apenas el escenario se ilumina para diferenciar contextos, pero es una luz mínima, en realidad mundana. Pues la luz verdadera es otra, todavía por descubrir.  

Diana no es la misma. Sufre un trastorno para el que los psiquiatras no encuentran maneras de enmendar. Diariamente dialoga con ese anhelo que ya no es. Alucina momentos imposibles, mientras Dan (Beto Baralt) lucha por aquello que considera es lo idóneo en una familia. Se refugia en la determinación médica como salvación, pero la vida le depara la incertidumbre inobjetable.

Carlos Linares como ilusión comprende su papel de recuerdo y tormenta. Logra transmitir ese equilibrio que evita culpas y empatías. Pues tan solo es un elemento no provocado que da sentido al objetivo de la trama. Por su parte, Claudia Rojas como Natalia es la hija olvidada, la que desde un rincón observa cómo nadie escucha su respiración, una vida notada en intermitencias. Son jóvenes, pero no amilanados en voz ante Karina, quien despliega en el canto la penuria de una madre  a la deriva, con breve cabida a la comedia, una rendija para la personalidad jocosa de la actriz y cantante. Una mujer en el mar rodeada de corrientes.

Casi normal
Cortesía de Hiram Vergani (@hiramvergani)

Beto Baralt es correcto en su actuación, su voz es imponente. Pero como personaje es el que menos cambia en Casi normal. Es el padre en el ahínco por mejorar todo, pero también en la negación del dolor. Tom Vivas es la lejanía médica que responde al manual, un desempeño que también da cabida al oxígeno con cierta picardía, mientras Daniel Albornoz intenta llevar el ritmo de la ráfaga que es Claudia Rojas en personaje. Todo amalgamado a una banda que no se ve, pero que en vivo lleva el pulso en pop rock a la hecatombe de un hogar hacia la aceptación.

Casi normal es la búsqueda de una luz,  comprender que en la vida hay inevitables, así como fantasmas que no se irán. Como si fuera el mito de la caverna, voltear para salir. Atreverse siempre reconociendo lo transcurrido. 

El público sale conmovido. Las narices no han sido cómplices del silencio. Alguien en el baño comenta que la obra es muy fuerte, que no es sencilla. Como dijo una vez Chris Martin: “Nadie dijo que era fácil”. Y la obra tampoco es de respuestas, tan solo coordenadas para la experiencia de vivir.

Banda:

Daniel García (guitarra)

Jhosmarni Martínez (piano)

Pablo Ágreda (teclado)

Efraín González (batería y percusión)

Yadiel Arias (bajo)

Aquiles Hernández (violín)

Ana Elba Domínguez (violonchelo) 

Fotos cortesía de Hiram Vergani (@hiramvergani)

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