Líneas tardías// El cortometraje sobre el barril lejano al cielo

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Por Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez)

Cuando hace un año surgió Venezuela en Corto a muchos conocidos no les agradaba la idea de tener que ver durante 5 ó 10 minutos una historia que no fuera por la que pagaron para entrar a la sala de cine. Les parecía tedioso tener que estar frente a la pantalla por un cortometraje en el que aparecía gente desconocida con tramas a las que se predisponían.

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Sin embargo, la iniciativa ha demostrado ser una fuente de material audiovisual valioso -obviamente con excepciones- sobre producciones que de otra forma terminarían en un perfil de Youtube visitado por pocos o en el circuito de festivales extranjeros.

De los cortometrajes que he visto, el más contundente ha sido El barril (2012) de Anabel Rodríguez Ríos, directo y sencillo en apenas cuatro minutos. Es la aventura de un niño que vive en un pueblo sobre el Lago de Maracaibo. No le gusta la escuela, le aburre y su pasión es competir en las carreras bidones que los menores de la zona transforman en carruchas del agua. Las viviendas son precarias: los tristes y famosos palafitos del lugar. Viven de la pesca, a pesar de la contaminación causada por la explotación petrolera, la industria que genera millones de dólares ajenos a los lugareños.

Es el poder del documental en su máxima expresión en Venezuela. No son pocos los trabajos como este que aún andan desperdigados por ahí. Confiemos en que Venezuela en Corto no tenga una vida breve, como tantas que ha habido en diferentes ámbitos.

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