Por Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez)
¿Cuánto tiempo tengo que esperar? se pregunta Heberto Añez en la primera canción de su reciente disco Ilustre ventanal de estrategias, que firma como Presidente, alías de su proyecto solista.
Pareciera una inquietud más, pero no. Lo sería si en las siguientes líneas no hablara de la certeza de sonrisas que nunca llegarán, el dolor en aumento y el silencio de la mujer que escucha la catarsis de quien se expresa.
En el tema habla de nación, una interrogante colectiva hecha música por el artista venezolano de 31 años de edad perteneciente a una generación que cada vez subraya más la diáspora y la duda del futuro certero.El álbum, disponible en la red desde finales de octubre, es una obra intimista en la que un compositor se adentra en miedos, nostalgias y posibilidades
La segunda canción contrasta con el comienzo pausado, en el que destaca el piano y una tenue guitarra eléctrica. “La sociedad (de la tierra plana)” evoca los sonidos del new wave de los ochenta con fintas de fiesta, pero no es más que una melodía del pasado, como el cantante marabino afirma en la letra.
Presidente también escribe sobre la ilusión desde la pesadumbre. Su música lo delata. Son ritmos dedicados también a agradar a otras personas, a generar empatía. Para eso se vale de géneros como el pop y ciertos guiños a los cantautores brasileños con guitarra, piano, sampler y batería. “Blanco sobre blanco” es una de las piezas más alegres y entusiasta de Ilustre ventanal de estrategias y “¡Oh Belghi!” recuerda al Fito Páez de los ochenta que vivía empapado de Chico Buarque.
No hay respuestas. Las interrogantes son las mismas, pero resaltadas con una música que provoca repetir varias de las composiciones. Ocurre en “Neoclásico”, donde el cantautor dice: “Solo queda preguntarse si es mejor apagarse”.
Es un álbum corto, de apenas ocho canciones que se escuchan en 29 minutos, tiempo en el que Presidente se pasea por añoranzas e introspecciones en el que no cede al pesimismo. No lo hace con lugares comunes, sino a través de frases muy breves que se filtran a través de un mensaje melancólico, como el que reitera en “Países” y “Bonsái”. “Todo tiene algún final/ pero no mi espera/ un estilo de Bonsái/ que nunca se quiebra”, así termina su obra Presidente.
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