Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
Elliot Alderson suele tener un suéter negro con capucha, casi no duerme, es adicto a las pastillas y en sus grandes ojos se lee la angustia de quien en las noches es un hacker inconforme con el mundo. La descripción forma parte del perfil del protagonista de la serie Mr. Robot, interpretado por Rami Malek.
Trabaja en una compañía de seguridad informática que brinda servicios a grandes corporaciones, pero en las noches se adentra en la deep web para liberarse de la contradicción que supone su empleo.
Su nombre se suma a la lista de estos expertos en programación que suelen trabajar en la clandestinidad. Lisbeth Salander pasó de la literatura al cine con dos caras. Primero tuvo el rostro de Noomi Rapace en las adaptaciones cinematográficas que hicieron en Suecia de la saga Millennium. Luego Rooney Mara le dio vida al personaje en lo que se pensó sería la versión de Hollywood de la trilogía de Stieg Larsson. Sin embargo, David Fincher solo filmó la primera.
El cine y la televisión se han preocupado por mostrar la vulnerabilidad de la seguridad informática desde hace tres décadas, pero pareciera que compañías como Sony Pictures no han tomado en serio las advertencias. Fue noticia en 2014 que el estudio recibió un ataque desde Corea del Norte, según el FBI.
Aun cuando se suele pensar que en la década de los ochenta comenzaron a filmarse este tipo de historias en el cine, en 1969 Faena a la italiana de Peter Collinson hablaba de un grupo de ladrones que planeaba afectar el sistema que controla el de tráfico de Turín para congestionar la ciudad y llevar a cabo un robo.
Tron (1982) de Steven Lisberger cuenta la historia de un programador que es absorbido por un sistema informático. Su secuela de 2010, llamada Tron: el legado, siguió la trama de entuertos dentro de un programa.
“Fue en los ochenta cuando llegó a la sociedad estadounidense la computadora personal; además, a principios de esa década ya existían redes, especialmente en el alto gobierno. Es en ese mundo cuando empiezan a surgir estas historias”, recuerda el periodista Gonzalo Jiménez sobre el fenómeno.
Además de Tron, menciona como imprescindible War Games (1983) de John Badham. El filme muestra a un joven experto en informática que por casualidad logra entrar en el sistema del Departamento de Defensa, lo que supone la posibilidad de una guerra nuclear.
“En los ochenta es visto como una persona que actúa en solitario y que a veces entra a un sistema por accidente. En los noventa empiezan a verse como activistas, especialmente en Hackers (1995)”, agrega Jiménez sobre el largometraje de Iain Softley que protagoniza Angelina Jolie.
El periodista menciona también a personajes como Chloe O’Brian de la serie 24 y Benji Dunn de Mission: Impossible. “Representan un estereotipo de hacker que trabaja en solitario y consigue sus objetivos fácilmente. Aparentan tener dotes extraordinarias que le permiten descubrir contraseñas y acceder a sistemas. En cambio, obras como Mr. Robot o Millennium se apegan a más a la realidad”, indica Jiménez, quien agrega que en la historia de Elliot se aprovecha la paranoia contemporánea por las corporaciones.
El planteamiento se refiere a la era posterior al 11 de septiembre de 2001, cuando entonces las prioridades cambiaron. Si en X-Files el enemigo era el gobierno, ahora el miedo es a los intereses de las transnacionales.
Marianne Díaz, directora de la fundación Acceso Libre, coincide con Jiménez en el cambio que Mr. Robot dio a la figura del hacker. “No es el típico personaje que histéricamente descifra códigos a la ligera. Sigue teniendo clichés, como el de esa persona con problemas para socializar”, dice la experta en seguridad digital, quien recuerda también a Matrix como una obra representativa de la ciencia ficción, pero que no buscaba ningún apego con la realidad.
Destaca también a Lisbeth Salander por la psicología del personaje y su adaptación preferida es la sueca. “No es perfecta, pero plantea de una manera interesante las razones de una persona para transgredir las normas y darle al mundo un sentido. Una de las razones que me gusta es que es un personaje femenino, género tratado con negligencia en el tema tecnológico. En Mr. Robot incluso las mujeres tienen roles secundarios”, asegura.
Cade Metz, de la revista Wired, escribió en junio de 2015 sobre Blackhat de Michael Mann. Se pregunta si es la mejor obra sobre hackers y afirmó que posiblemente. Aunque menciona a Sneakers y War Games como obras cumbres, destaca en el filme de Mann el buen asesoramiento técnico. “Lo más interesante es que escucharon”, señala.