Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
Todo marchaba aparentemente bien. Las competencias previas al Festival Nuevas Bandas, llamadas circuitos, se habían desarrollado con normalidad, pero no. El tufo de la crisis cada vez se sentía más cerca, hasta que ayer se anunció la suspensión de la actividad.
Los amplificadores se iban a prender del 18 al 24 de julio en el Centro Cultural Chacao, donde se presentarían Technicolor, And Panza, Clubhouse, Nzila Afrobeat Ensemble, Colérico Espín, Pakalolo, Ángel Strife, Polyman, Vals Monserrat y Cuásar.
«Uno puede decir que todo se veía bien, pero era una montaña rusa. El país entró en un barranco que parece no tener fin. Pasó lo mismo que ocurre a todos, tenías 100 bolívares en enero y en julio se convirtieron en polvo. Los patrocinantes hicieron un gran aporte, pero cuando el aumento es de 250% o 300%, es imposible mantener una planificación. Logramos cerrar los circuitos, pero no para llevar a cabo los seis días de festival. Los números no dan incluso si se reducen a dos. Reprogramaremos, aunque no sé cuándo puede ser», asegura Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas.
De realizarse el festival en alguna fecha aún no determinada, participarían las mismas agrupaciones. Si alguna de ellas emigra o se separa, la sustituta posiblemente saldría de las participantes que no fueron seleccionadas en los circuitos.
«Nuestra organización comenzó con una proyección de 5 millones de bolívares, ahora sobrepasa los 15 millones de bolívares. Teníamos tres patrocinantes base, y siempre se suman dos o tres más con cantidades pequeñas. Como fundación estamos muy agradecidos con la empresa privada. Desde nuestros inicios en 1991 hemos sobrevivido gracias a su aporte. El Estado nos ha apoyado, pero a nivel municipal», acota Allueva sobre el certamen, que también se suspendió en 2007 y 2011.
De las veces anteriores, el gestor cultural recuerda que la primera oportunidad se debió a causas económicas, la segunda al replanteamiento del concepto. «El festival es un espacio sociopolítico que se ha conquistado con más de 25 años de trabajo. Este tipo de esfuerzos no se puede perder. El régimen se las juega para cerrar empresas y acabar con iniciativas musicales: quiere tener el monopolio cultural y un discurso único. Lo dije en 2007, la línea del gobierno es acabar con toda iniciativa privada de espectáculo».
Allueva se refiere a las actividades que mantendrán en lo que resta de 2016. Por ejemplo, en el festival estaba previsto un homenaje por los 20 años de Harakiri City de Caramelos de Cianuro, que ahora se prevé realizar en el Centro Cultural BOD con una banda de músicos dirigida por Vargas. Continuarán los conversatorios en la Librería Lugar Común, como el que habrá este viernes con El Enano para hablar del disco, así como las publicaciones con Ediciones B. En agosto se presentará Madera Fina. La generación pop de los ochenta de Luis Saba. «Las demás actividades las anunciaremos en su debido momento. Es importante la resistencia cultural», dice el creador de un certamen en el que han participado bandas como Candy 66, La Vida Bohème, Viniloversus, Los Amigos Invisibles y Okills, entre otros.
En los últimos diez años han surgido iniciativas similares que han buscado mantenerse en el tiempo, pero pocas lo han logrado. El Festival Ni Tan Nuevas Bandas tuvo su primera edición en 2011. Uno de sus organizadores fue Rafael Urbina, bateristas de Famasloop. «La producción se llevó a cabo a duras penas por la situación económica de entonces. Sin embargo, logramos meter a casi 1.000 personas en el Anfiteatro del Sambil. En la siguiente edición otras marcas se sumaron. Se veía que podía venir una consecución. El tercer año Allueva nos contrató para llevar a cabo el Nuevas Bandas como productora y empezamos a trabajar en el concepto de ambos festivales, pero para las empresas era muy difícil financiar los dos. Entonces decidimos trabajar en pos del Festival Nuevas Bandas», detalla.
Giancarlo Cammardella impulsó actividades como el Festival Diablitos Experience y el WTFEST de Malta Regional. «Trabajé en ambas empresas, desde adentro impulsé el apoyo a estas actividades. En el primero, en 2009, logramos cerrar con una banda internacional: Los Campesinos. Al irme de la compañía, dejaron de apoyar. Fui gerente de marca en Diablitos. En ese momento el control de cambio no generaba tantos problemas y los artistas de afuera querían venir. Algunas agrupaciones no cobraban por sus participaciones. Cuando llegué a Regional trabajé con el mismo objetivo, pero solo pudimos concretar dos conciertos en 2011, uno en Caracas y otro en Puerto La Cruz. Renuncié y no hubo continuidad», recuerda Cammardella, que ahora vive en España.
Con sus dificultades, aún sobreviven festivales como el Sibelius Fest, el Union Rock Show y el Sunset Roll Festival, que se llevará cabo en Puerto La Cruz el 20 de agosto.