Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
Margot Benacerraf caminaba risueña junto a Lorenzo Vigas, poco antes de una proyección privada de la película Desde allá en el Trasnocho Cultural. La directora de Araya estaba emocionada porque finalmente iba a ver un filme que se espera desde hace meses en el país.
Fue una de las primeras que le escribió al realizador después de haber ganado en 2015 el León de Oro en Venecia. Él la considera una mentora. Recuerda que en 1994 hizo un cortometraje documental sobre una exposición de su padre, Oswaldo Vigas, en París. “Tenía 23 años de edad. Era simplemente un biólogo, pero siempre me gustaron las cámaras. Cuando ella vio en el taller de mi papá el trabajo, me dijo que tenía que continuar”, dice sobre aquel filme titulado Vigas en La Moneda de París.
El cineasta se puede sentir tranquilo. A Benacerraf le encantó el largometraje que cuenta la historia de un hombre que paga a jóvenes que encuentra en la calle para que se desnuden frente a él. Ese individuo de nombre Armando, interpretado por el chileno Alfredo Castro, camina en unas calles caóticas, donde cada quien procura sobrevivir entre la hostilidad de un entorno en el que los débiles no tienen cabida. Sin embargo, él no se preocupa, es capaz de estar absorto ante la caída de una ciudad.
Vigas recientemente viajó a Venecia, donde fue parte del jurado del certamen de este año, Además, allá proyectó fuera de competencia el documental El vendedor de orquídeas.
—Las personas que hasta ahora han visto la película Desde allá en Venezuela destacan varios atributos del filme, pero temen que una obra que consideran netamente artística no tenga repercusión en la taquilla.
—Ya se verá. Siento que la película tiene una gran tensión y cualquier persona se va a sentir atrapada hasta el final. Luego, cada quien tendrá su punto de vista. La gente no se va a aburrir. Nosotros subestimamos al espectador común, que también tiene ganas de ver un cine que no sea tan obvio, que lo haga imaginar, como esta. Muchas veces no valoramos realmente la capacidad intelectual del espectador común. Eso es un error.
—¿Cuántos libros de psicología leyó antes de escribir el guion?
—Ninguno, aunque me gusta la psicología. He leído a Jung. Pero más que un comentario psicológico, pienso que Desde allá es un comentario de la realidad sin querer interpretarla. Mi idea fue quitarle todos los filtros a la realidad y verla cómo es para que cada quien le dé su sentido.
—Cualquiera que vea la película puede preguntarse por el contexto que lo llevó a escribir esa historia.
—Es muy inconsciente el proceso. No es para nada autobiográfica. La primera idea fue hacer una película sobre una persona que está en la ciudad en incomunicación, incapaz de conectarse emocionalmente con la gente. Ahora, cuando la ves en el contexto del país, tiene mucho que ver con lo que está pasando en Venezuela, esa incapacidad de comunicarnos entre clases, gobierno y pueblo. Adquirió una importancia que nunca imaginé. Cuando buscas un fin con una cinta, no lo vas a conseguir. Debe ser una historia pequeña la que luego alcance una importancia contextual.
—Llama mucho la atención la elección de la profesión de Armando, un técnico dental. Hay muchas tomas de su trabajo, especialmente de dentaduras postizas. ¿Cuál es su lectura al respecto?
—Las dentaduras son una imagen muy fuerte de la muerte. Cuando desentierran un cuerpo de 2.000 años lo único que destaca es la dentadura. Es una imagen inconsciente que te dice que alguien va a morir. Pero eso lo veo ahora. Un día en Ciudad de México, donde resido, caminaba y vi una tienda de refacciones dentales, en ese momento me di cuenta de que esa tenía que ser su profesión. Ahora pienso que él no podía hacer un trabajo social, tenía que estar encerrado sin hablar con personas. Siempre dejo que los instintos salgan cuando escribo y filmo. Luego me doy cuenta de las cosas.
—Hay un tema obvio en el filme: la presencia o no del padre en la familia. ¿Tiene temor de fallar como padre?
—Nunca. Tampoco hubo carencia de mi padre cuando fui hijo. Siempre hubo una presencia emocional, existió una relación afectiva con mi papá. Lo que sí es cierto es que cuando era adolescente sentía una presión enorme de ser hijo de Oswaldo Vigas. Inconscientemente siempre existe eso de superar a tu papá. Quizás es que esa presión que sentí se conectó con el inconsciente colectivo de la figura paterna latinoamericana.
—Otro tema que llama la atención en Desde allá es el uso de los silencios.
—Sí, para mí es una reacción a lo que ha estado muy presente en el cine venezolano: esa necesidad de decirlo todo. Eso viene de la telenovela, que nos ha dejado esa forma de comunicar muy alejada de la realidad. Nosotros no decimos lo que realmente sentimos. Eso ha sido una falla del cine de acá, la falta de comunicar con profundidad.
—Hay críticos venezolanos que hablan de una gran posibilidad de lograr una nominación al Oscar con Desde allá. ¿Piensa que es así?
—No lo sé. Lo que ha pasado en festivales ayuda, pero toda película debe hacer una campaña en Hollywood y los gobiernos suelen apoyar. Sin embargo, no ha habido intención del gobierno en apoyar la campaña para el Oscar de Desde allá. Eso me preocupa porque sería muy triste que con posibilidades, más allá de las consideraciones artísticas, no contemos con el respaldo para lograr ese paso. Veremos si lo conseguimos, pero no está sencillo.
—¿Ha visto algunas de las películas latinoamericanas que podrían también ser nominadas?
—Vi Neruda de Pablo Larraín. Creo que será una de las más fuertes. No he visto más.
—¿En el documental El vendedor de orquídeas hay material de lo que filmó en los años noventa sobre su padre?
—Nada. Todo lo filmé recientemente. Esta semana se terminará un tráiler. Es una película que se hizo antes de Desde allá y ahora es que la terminé. El proceso me centró como artista. Entendí lo que quería en mi vida mientras hacía el documental. Es un honor que esté en la selección oficial del Festival de Cine de Venecia.
—En unas semanas irá a México por el rodaje de su próxima película. ¿Puede hablar un poco sobre esa historia?
—Es una historia escrita por mí, el final de la trilogía sobre el tema del padre. Es sobre un muchacho de 17 años de edad que se va al norte de México porque le acaban de decir que encontraron los restos de su padre en una fosa común. Entonces, le entregan una caja con huesos. Por eso se llama La caja. La haré allá porque todo lo relacionado con fosas comunes es más real que en Venezuela, aunque el tema del padre nos une como países de la región. La filmación comenzará entre marzo o abril de 2017. Aún estoy terminando el guion. Michel Franco será el productor, rol que tendré también en el largometraje que hará próximamente.
—¿Qué fue lo más difícil de rodar en la Caracas de finales de 2013?
—Además de Alfredo Castro, vinieron varios extranjeros, como el director de fotografía Sergio Armstrong, entre otros. Todos me dijeron que no podían creer la tensión que sentían en la calle, que nunca habían estado en un lugar así, una cosa que va a explotar. Una semana después de terminar de filmar comenzaron las protestas de febrero de 2014. De alguna manera, todo eso está en la película. Se sienten las separaciones del mundo.