Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
En muchos hogares de Venezuela se acostumbra recibir el Año Nuevo con canciones de la Billo’s Caracas Boys. No fueron pocos los que despidieron 2016 con algún tema de esos que inmortalizó la orquesta. Seguramente “Se necesitan dos” sonó en alguna casa, en la que bailaron y corearon como hicieron en la Hermandad Gallega de Caracas, donde cantaba Memo Morales, una de esas grandes voces que tuvo la legendaria agrupación y que se despidió con esa composición, el único pasodoble compuesto por Billo Frómeta.
Todo iba bien, como lo planeado. Trabajo, disciplina y felicidad se conjugaron en tarima para celebrar el comienzo de un año, que siempre es visto como una nueva oportunidad para trazar metas, retomarlas o reconfigurarlas. Pero repentinamente el show terminó cuando el cantante sufrió un infarto.
Así se despidió, con el género que mejor interpretaba y con el que animó tantas veladas durante décadas. “Su última canción fue ‘Se necesitan dos’, con esa dijo adiós. De repente, mientras estaba en tarima se volteó y se agarró de mí y de mi hermana”, cuenta Carmen Alicia Morales Guédez, hija del intérprete, quien estaba como corista junto con su hermana Mariela. Ambas forman parte de la orquesta Rumba 2.0, con la que el fallecido cantante se presentaba. Ellas lo flanqueaban esa madrugada, cuando apenas comenzaba 2017. “Se necesitan dos” es un tema que Memo Morales grabó en el álbum homónimo de la Billo’s Caracas Boys de 1967.
Pocas horas antes, a las 10:00 pm, habían dado un show en el Círculo Militar. Por eso la sorpresa de los familiares. “Él no estaba enfermo, no tomaba medicamentos. Pero murió como quería, de un solo golpe y sobre el escenario”, manifiesta Carmen Alicia Morales sobre su padre, que tenía 79 años de edad.
Lo mismo señala otro de sus hijos, Guillermo, director de la Orquesta de Memo Morales, otro conjunto con el que se solía presentar el vocalista. “Él no sufría de nada. Lo único que tomaba era buen whisky y le gustaban las mujeres bonitas”, dice en broma. El cuarto hijo se llama Gustavo, quien vive en Estados Unidos.
Después de que sufrió el ataque al corazón Memo Morales fue llevado en ambulancia a un centro de salud, pero no sobrevivió.
El lunes fue velado en la Capilla V de la funeraria La Monumental del Cementerio del Este, donde empezaron a llegar familiares, amigos, vecinos y admiradores.
Carlos Benavides estaba en una de las capillas aledañas. Se enteró que en la misma funeraria velaban al solista y se acercó con un amigo. “Apenas me enteré quise venir a despedirlo. Fue un gran artista con el que crecimos muchos”, expresa.
Rafael Monjes es el bajista de la orquesta Rumba 2.0, que acompañaba al artista en la Hermandad Gallega. “Memo Morales es patrimonio musical, con una gran influencia en la música popular y bailable de Venezuela. Ahora es que vamos a saber su legado en la idiosincrasia de este país”, expresa.
Guillermo Morales asegura que prevé editar en CD y DVD la grabación de la presentación Mi carrera, 60 años, que se llevó a cabo el 2 de octubre en la sala de Teatrex El Bosque para celebrar las seis décadas de trayectoria de su padre. “Todo eso está documentado. Esa es mi meta más inmediata para cumplir. Lo teníamos previsto y lo haremos”, asegura.
“Quisimos hacer todo de forma muy íntima, sin faranduleo. Solo con la familia y personas más cercanas”, agrega el hijo del músico sobre el funeral realizado el lunes.
El gitano maracucho
Guillermo Enrique Morales Portillo era el nombre de pila de Memo Morales, a quien apodaban también «el gitano maracucho» por haber hecho célebre el pasodoble en el país.
Nació en Maracaibo el 6 de abril de 1937. Durante los años cincuenta ya era conocido en el mundo de las orquestas por su participación en conjuntos como el de Luis Alfonzo Larrain. En 1964 empezó a formar parte de la Billo’s Caracas Boys, en la que compartió con otros cantantes como Cheo García, Ely Méndez y José Luis Rodríguez. En 1976 comenzó como solista.