Por Yenderson Parra
Tras dos increíbles temporadas de Love, Death & Robots, llega su tercera tanda de historias que para nada se quedan atrás. Esta serie antológica de Netflix producida por un experimentado equipo de artistas, entre los que se encuentra el famoso cineasta David Fincher, no deja de sorprender con sus propuestas de ciencia ficción adulta y con un acabado gráfico memorable.
Si bien desde el lanzamiento de sus primeros episodios en la plataforma de streaming por allá en 2019 no ha logrado un reconocimiento masivo, no al menos entre el público más casual, sí ha ido sumando adeptos, y es que se trata de una serie que no causa indiferencia. Sin embargo, el hecho de que sea una animación aún puede desmotivar a muchas personas. La solución: darse una oportunidad de ver un solo capítulo para en cuestión de minutos quedar enganchados y perder al instante cualquier prejuicio. Vale cada segundo.

Pero ya dejando a un lado la “importancia cultural” que tiene ver Love, Death & Robots¸ hay que hablar un poco más a detalle de su tercera temporada. Aunque tan solo cuenta con nueve episodios, es difícil saber por dónde empezar, ya que es enfrentarse a mucho contenido en un empaque pequeño. No obstante, vale reconocer que no pierden la línea que caracteriza a la franquicia: ser creativas y elaboradas historias de ciencia ficción con montones de violencia gráfica, finales ambiguos e inesperados con uno que otro momento de compañerismo o romance.
Aun así, habría que desmenuzar por capas los diferentes contenidos que permite disfrutar esta serie. Es así como hay capítulos que evidentemente son de comedia como “Tres robots: Estrategias de escape”, “La noche de los minimuertos”, “Las ratas de Mason” o “Equipo mortal”, todas estas representadas con estilos de animación más caricaturescos y manteniendo la sátira y el humor negro.

Por otro lado, están esas historias con un enfoque más psicodélico, filosófico y hasta esotérico que viajan entre diferentes géneros cinematográficos sin perder la profundidad de la trama. “El propio pulso de la máquina”, “El enjambre” y “Jíbaro”, entran fácilmente aquí.
Pero el terror y el suspenso también son una característica fundamental de este grupo de cortometrajes. Muchos de los capítulos ya mencionados contienen elementos de este género. “Sepultados en salas abovedadas” es un claro ejemplo de horror cósmico junto a “El enjambre”. A su vez, “Mal viaje”, basado en un relato de Neal Asher y dirigido por el mismo David Fincher, se aleja un poco de lo espacial y trae un cuento de terror marítimo fantástico.
Junto a todo este compendio de historias tan diversas que pueden trasladar al espectador de la risa a un estado de total incertidumbre se encuentra otra arma letal de esta producción: la animación. No es ningún misterio a estas alturas que Love, Death & Robots es un menú de exquisiteces para los amantes del arte gráfico. El hecho de que cada capítulo tenga una animación encargada a un equipo de producción diferente con una libertad creativa bastante notable ya es algo que juega a su favor. Pero se tiene que resaltar el increíble trabajo visual que aporta la animación a algunos de los episodios. En “Sepultados en salas abovedadas” hay un trabajo de hiperrealismo asombroso. En “Mal viaje”, el diseño de los personajes junto a la paleta de colores oscuros y tenues ayudan a crear un ambiente realmente escalofriante que logra incomodar en todo momento. Con muchos efectos coloridos e imágenes psicodélicas “El propio pulso de la máquina” juega con la mente del espectador y maravilla con la magnificencia de sus escenarios.

Pero el premio mayor se lo lleva “Jíbaro”, una metáfora sobre ecología y la avaricia, donde sin decirse una sola palabra, el baile de sus protagonistas, las aceleradas secuencias de cámara y el arte utilizado para su realización (entre el realismo y lo mágico), hacen una explosión de belleza visual que deja sin palabras.
Es esta capacidad de causar impacto no solo con interesantes tramas sino con la fuerza de su apartado técnico que Love, Death & Robots logra prolongar su sello de calidad después de cuatro años de existencia. Cada corto va más allá del entretenimiento e invita a la reflexión como solo un gran producto cinematográfico puede alcanzar sin llegar a ser incompresible o tedioso.
Para cerrar con algo curioso es que al igual que los cómics que se podían obtener con códigos QR ocultos en Moon Knight, en esta tercera entrega de la antología de ciencia ficción se ocultaban el acceso a imágenes NTF que los videntes pueden coleccionar. Un detalle divertido que en un show donde se pone tanto en cuestionamiento el uso indebido de la tecnología, hace también algo de ruido.