Por Yenderson Parra
Es muy posible que cada fanático del manga y el anime alguna vez haya tenido intenciones de crear su propia historia. Viajar al país del sol naciente para intentar hacer realidad esa idea que tenía en mente desde que empezó a empaparse de tantas series y películas repletas de acción, mundos increíbles y personajes tan poderosos como adorables.
Siguiendo esta misma línea de pensamiento, también es muy válido suponer que los mismos seguidores del manga que quisieran ser parte de esa industria en su mayoría no tienen la menor idea de cómo funciona. El mundo editorial y sobre el mundo editorial de los cómics es todavía muy desconocido (e idealizado), así que, aunque es un sector laboral y empresarial real, se siente tan lejano para muchos como lo es el de la música y el cine.

Entonces en 2010 llegó Bakuman, un anime basado en el manga homónimo de 2008 que habla sobre cómo se crean los mangas. Es extraño pensar en que algo que en la realidad suena tan apasionante, en una ficción no cause tanto interés, pero de hecho Bakuman se viste de amor, drama, comedia y acción para lograr mostrar de forma dinámica y emocionante el quehacer diario de un mangaka.
La historia sigue los jóvenes estudiantes de bachillerato Mashiro Moritaka y Akito Takagi a lo largo de su camino durante varios años para convertirse en mangakas profesionales y así cumplir una promesa: que Moritaka y su enamorada Azuki Miho se puedan casar tras cumplir cada uno sus sueños. Pero realizar este sueño no será fácil, porque en el momento que ambos acuerdan su matrimonio también inicia la carrera profesional de ambos. Asuki quiere ser seiyū (actriz de doblaje) y Moritaka lograr crear un manga tan exitoso que logre ser adaptado al anime, de esta forma Azuki podrá dar su voz para la heroína de la serie y solo después de que esto ocurra, ambos podrán casarse, hasta entonces no volverían a hablar en persona.
De este acuerdo de amor que depende del éxito profesional de ambos da paso al verdadero corazón de Bakuman, el apasionante y exigente mundo de la creación de cómics mangas. Su mayor acierto es ser un material indispensable para cada uno de los entusiastas de las historietas japonesas. En esta serie se deja relegado a un segundo plano el romance de los protagonistas y en su lugar se muestra el arduo trabajo de los artistas, se explica las técnicas que utilizan, las herramientas, los pasos que siguen desde la escritura del guión hasta la publicación y comercialización del material.

Escrita por Tsugumi Ōba, conocido por ser el padre del mítico manga Death Note, los protagonistas de Bakuman van avanzando paso por paso cometiendo errores de novato y enfrentándose a fracasos y victorias que los van formando. Asimismo, que estos jóvenes inicien sus trabajos en una revista de prestigio como la Weekly Shōnen Jump cuando solo tienen 14 años, permite que el proceso de aprendizaje para ambos se desarrolle desde lo más básico de forma natural, y al igual que ellos el espectador se comenzará en ese mundo desde cero.
Y es que, aunque Moritaka es un buen dibujante y Takagi un gran escritor, se ven completamente perdidos en una industria donde la burocracia, la competencia, la calidad, el marketing y las finanzas van siempre de la mano con el arte. Es por eso que después de los mangakas, las caras más relevantes son la de los editores como Akira Hattori, que no solo se encargan de aprobar proyectos, sino que fungen de tutores, aliados y antagonistas a la vez. Puesto que si la misión de los artistas es llegar a una serialización la de los editores es llevar el privilegio de ser los encargados de las historias más exitosas, aunque esto choque con los ideales de los artistas. Si las batallas del mangaka se hacen en el estudio con la pluma y el papel, la de sus editores es en la oficina encarando la junta editorial en las reuniones.
Se deja muy claro que la vida de un mangaka no solo depende de su creatividad o del esfuerzo que desempeñe, también depende del público y de la rentabilidad de su historia para la empresa. Cada nuevo manga que realiza Muto Ashigori (seudónimo de Moritaka y Akito) debe pasar por dos filtros antes de funcionar: la junta editorial y la ponderación de los lectores.
Este proceso, además de generar tensión y ser de los momentos de mayor crispación de la serie también son manejados con un tono de denuncia. Visibiliza como los artistas sufren de altos índices de estrés y frustración al no lograr conseguir una serialización y esta carga negativa generada por una obsesión puede ser mortal. Tragedia reflejada con el tío de Moritaka, Taro Kawaguchi, un mangaka que falleció a causa de la fatiga tras sobrepasar sus límites trabajando. Pero se sigue tocando esta problemática de salud física y emocional en los mismos protagonistas que a lo largo de los episodios se ven en situaciones graves a causa de sus largas jornadas de trabajo impuestas por ellos mismos. Esto último recuerda a la dañina obsesión del personaje de Miles Teller en Whiplash.
También es en estas escenas de sobreesfuerzo y trabajo duro que Bakuman se aleja del amor y da a conocer su otra cara como una historia Shounen (manga para jóvenes), donde la acción y la adrenalina son claves. Es una historia que juega con varios géneros, pero que se siente juvenil e intensa cuando así lo requiere para mantener un ritmo entretenido y que además aliente a la perseverancia y el clásico discurso de “cumplir los sueños”. Es en esta sintonía que Mashiro y Takagi también deben aprender a trabajar en equipo y tener esa sinergia que los lleve a triunfar, cada uno como un lado de la misma moneda porque comparten el mismo objetivo profesional.
Sin embargo, Muto Ashigori no son los únicos que intentan triunfar en la Weekly Shōnen Jump. Todos los personajes que comparten la misión de ser serializados y que rivalizan con los protagonistas, están muy bien desarrollados. No se quedan con la faceta de compañero de oficio y amigo, se trata de sus rivales que siempre dan todo de sí mismos para lograr quedar mejor clasificados con sus respectivas historias. Es esta lucha constante entre ellos, un ir y venir entre el antagonismo y la admiración que Bakuman toma un peso de acción y motivación, rozando en lo deportivo. Asimismo, los autores tienen sus propias tramas y en consonancia con sus coloridas personalidades, con su trabajo representan un estilo diferente de manga enriqueciendo el panorama de mangas ficticios que se plasman dentro de la trama.

Aunque cada personaje tiene su momento de brillo, hay uno que destaca, el mayor rival de Muto Ashirogi, Eiji Nizuma. Un genio de tan solo 15 años (al principio), que con su comportamiento poco convencional recuerda a otro personaje de Ōba, L de Death Note. Pero Eiji tiene mayor importancia que una simple referencia, porque sin necesidad de portar convencionalismos de un villano logra ser el antagonista ideal para los protagonistas. Superarlo será la mayor prueba de Muto Ashirogi, una contienda que enfrenta el talento natural contra la disciplina y el aprendizaje.
La serie de anime tiene 75 episodios englobados en tres temporadas, que puede parecer un viaje largo, pero, aunque el final se sienta predecible, las ansias que genera en el espectador por presenciar su desenlace hacen que se pasen volando. Una de las razones, acoplado a la interesante información sobre la creación de los mangas y la competencia para triunfar en ese medio es un entrañable romance juvenil (al mejor estilo asiático) y una numerosa cantidad de referencias al mundo del anime y el manga. Dragon Ball, Naruto, Bleach y One Pice son uno de los títulos que se mencionan o muestran en la serie porque, así como los protagonistas son artistas del manga, también son fanáticos y eso se deja claro con todos estos pequeños detalles tan valorados por los seguidores del mundo otaku.Es de esta forma que Bakuman entra un poco más a fondo al detrás de cámara de la industria editorial del cómic japonés, valiéndose de la herramienta más adecuada para esta misión, usar el mismo medio del que intenta hablar. Por eso termina por ser una especie de guía básica y motivacional para los aspirantes a dibujante o guionista camuflado bajo una trama divertida sobre el amor, la perseverancia y la amistad, que no deja de lado el exitoso formato de humor, drama y acción convencional de los mangas.