César y Cleopatra, un proyecto que se quedó a medias

Por Humberto Sánchez Amaya

César y Cleopatra llegaron a la sala Ríos Reyna. Finalmente, la adaptación de la obra de George Bernard Shaw se presentó en tres funciones a principios de julio en el Teatro Teresa Carreño

Todo comienza con el dios Ra (Aroldo Betancourt), en un monólogo sobre designios y poder con una iluminación que se ajusta a las líneas de su discurso, sombrío e intimidante. La escena sucede a la presentación de la obra, con la Orquesta Sinfónica de Venezuela, bajo la dirección de Alfonso López Chollet, que ya se configuraba como protagonista de la propuesta. Da la bienvenida con una composición que vislumbraba una apoteosis en el escenario.

Una vez culmina Ra, la sala se convierte en la Egipto milenaria, donde una joven Cleopatra (Silvia De Abreu) conoce a Julio César (José Tomás Angola).

Ygnacio Narea @ygnacionarea

Inmediatamente comienzan los problemas de César y Cleopatra. Si bien en el primer acto José Tomás Angola brinda un Julio César con ímpetu y algunas líneas reflexivas sobre el poder, su esfuerzo se diluye en un desarrollo que divaga el resto de su duración.

La puesta en escena se queda corta ante un escenario gigante que brindaba más oportunidades para el dinamismo. Todo se concentra en pequeños espacios cuando se ve en perspectiva.

Por otro lado, César y Cleopatra carece de un contundente conflicto. Es decir, si bien se sabe muy bien cuál es la historia, cuesta ahondar en las vicisitudes que se supone deben enfrentar sus personajes. No hay mayor profundidad en sus viajes internos, pues todo se queda en el enunciado de lo que ocurre. Por eso, los trances no se arraigan en la inquietud del espectador.

Además de ser uno de los protagonistas, José Tomás Angola es director y responsable de la adaptación, junto con Elizabeth Yrausquín de Postalian. Uno de sus propósitos con el ambicioso proyecto fue hacer también una lectura del poder. Sin embargo, la obra carece de un mayor filo para lograrlo.

Su contraparte en escena es disminuida como una figura sin oportunidad contundente para el desarrollo. La Cleopatra del principio no experimenta muchos cambios durante la historia. Es prácticamente la misma, salvo algunos matices, pero que tampoco la distinguen en el trayecto que requiere toda trama, enriquecida eso sí con el buen trabajo de vestuario, de Elizabeth Yrausquín de Postalian.

El resto del elenco, salvo algunas excepciones, es desaprovechado en el escenario. En otros casos, también queda diluido ante la ausencia de un mayor desarrollo en el conflicto.

Ygnacio Narea @ygnacionarea

Desde el foso

Ahora bien, para César y Cleopatra hubo un elemento que fue muy bien aprovechado, tanto que casi es protagonista: la música. Alfonso López Chollet se encargó de componer especialmente para la obra, a la que se sumaron sonidos electrónicos a cargo de Miguel Ángel Noya.

“Lo describo como música del presente que tiene elementos del pasado, pero que también mira hacia el futuro. Los efectos especiales que se van a escuchar tienen un sonido espacial, galáctico, y futurista”, comentó el compositor días antes de dirigir a la Orquesta Sinfónica de Venezuela en el Teatro Teresa Carreño.

En enero comenzó el trabajo del director para la música incidental luego de haber leído la obra. “Comencé a crear un leitmotiv, una melodía que hiciera distintiva a la obra. Le da una cohesión, provoca que la música y el texto estén cohesionados. En abril empecé a despachar los papeles”, agrega.

Alfonso López Chollet detalla que ese leitmotiv hace referencia a César. “Refleja el poder y la intimidación que creaba con su presencia”, acota el músico, que ingresó a la orquesta en 1995, y desde hace 20 es el concertino. Como director invitado, ha estado a cargo de la batuta en más de 100 conciertos. También es miembro de la junta directiva.

Sobre la parte electrónica, comenta: “Tuve que crear la notación. Hay momentos en los que pido se use ondas Martenot. Claro, eso está generado por el mismo musico electrónica”.

La obra Miguel Ángel Noya llegó a César y Cleopatra por recomendación de Félix Allueva. “Las composiciones son directas de Alfonso. Él me sugería cosas que le gustaría. Por ejemplo, hay una en la que me pidió que sonara como ondas Martenot, que es un sintetizador cerca de 1928, uno de los primeros que existió. Hay una venezolana que es una virtuosa en ondas Martenot. Él tenía estas ideas, pero con mi experiencia en timbres electrónicos, que es muy extensa, mi visión va más allá”, indica Miguel Ángel Noya.

Explica que su trabajo fue ser un miembro extendido de las sonoridades de la orquesta. “El mundo electrónico se funde con la orquestal, pero con una identidad propia. Van a encontrar el instrumento electrónico como extensión de la orquesta, como refuerzo de los timbres, y en otras partes elementos electrónicos aplicado a la estructura de composición de la orquesta”.

Detalla que para lograr las ondas Martenot usó sintetizadores virtuales. Su trabajo para César y Cleopatra comenzó en marzo de este año.

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