She Hulk: una mala serie con un final de locos

Por Yenderson Parra

Últimamente Marvel no para de sorprender a los espectadores, pero no por razones positivas, sino por calidad irregular de sus recientes producciones. Es lamentable cómo desde la salida de Spider-Man: No Way Home la casa de Los vengadores no ha estado a la altura de las expectativas.

Este efecto negativo de desgaste, sobresaturación de contenido y sobre explotación de su “fórmula” parecía haber contaminado a su ultimo producto, la serie de She-Hulk, que sin muchas luces de valor tras varios episodios dio un giro inesperado en su recta final y se convirtió en una de las apuestas más arriesgadas de la franquicia de Disney.

El show sigue a la abogada y prima de Bruce Banner (Mark Ruffalo), Jennifer Walters (Tatiana Maslany), que tras un accidente donde se contamina su sangre con la de su primo, obtiene los mismos poderes de Hulk. Aunque, por su parte, desde un principio mantiene el control de sus acciones como ocurre con Bruce desde a partir de Avengers: End Game.

Aparte de introducir a otro personaje relativamente conocido de los cómics a la pantalla, She-Hulk es una experiencia en principio cansina y tediosa. Con siete episodios iniciales repletos de subtramas absurdas, un CGI irregular y el ahínco en realizar chistes de humor algo burdo, donde también la protagonista atravesaba la cuarta pared al estilo de Fleabag, que no resultó para muchos.

Sin embargo, para los fans de Marvel el verdadero valor del programa se ocultaba y se hizo esperar en el capítulo ocho. Fue entonces donde por fin apareció el Mark Murdok de Charlie Cox y el primer punto positivo dentro de She-Hulk.

Antes de que se estrenara la serie ya se sabía de la aparición del Diablo del Hell’s Kitchen que apreció la aclamada serie Daredevil de Netflix. En este regreso al live-action previo a su aparición en Echo y su propia serie Daredevil Born Again, el personaje resplandeció como nunca. Portando ahora el clásico traje amarillo mostró la esencia que se esperaba ver, pero repotenciado con la magia del presupuesto que permitió acercar más el papel Cox a la espectacularidad visual de las viñetas.

Tras ver a Mark y a Jennifer patear traseros de un hombre rana y sus secuaces (es mejor de lo que suena) una pequeña nube negra se volvía a vislumbrar sobre la serie al entender que Daredevil volvería en ese mismo episodio a Nueva York.

Poco más quedaba por esperar en el episodio final de la “Defensora de héroes”, que además de chistes malos y personajes todavía peores no generaba ninguna emoción, ¿o quizás no?

Cuando todo parecía perdido en She-Hulk, Disney demuestra que el espectador se puede equivocar. El final de la serie es extraño, alocado y muy inesperado.

Como típica historia de superhéroes el aparente clímax parecía convenir en la clásica batalla entre buenos y malos, pero mientras más avanzaba más absurda se volvía, con la aparición de personajes de la nada y un halo de sinsentido cómico que empeoraba todo.

Y sí, en ese momento en que cualquiera voltearía a ver mejor las notificaciones de WhatsApp antes seguir perdiendo minutos en ese desastre audiovisual, es la misma She-Hulk que comprende el desastroso resultado del guion. La abogada atraviesa la cuarta pared como lo haría Deadpool y va a reclamar al propio equipo de producción de Disney el sinsentido que está viendo.

Después de esta acción (no ausente de momentos cómicos y giros muy inesperados) donde es el mismo personaje que encara a sus creadores para rehacer el final de su propia serie y sirve de autocrítica contra el mismo formato ya sobre utilizado por Marvel que se revela el verdadero villano del show.

Los “haters” y acosadores de internet, aquellos que critican y difaman, en este caso la organización que intenta manchar la imagen de la protagonista, son los mismos que de una manera legal y muy poco comiquera enfrentan a la justicia en el desenlace alternativo propuesto y diseñado por la propia Jennifer.

Pero ¿no fueron los mismos espectadores de She-Hulk quienes aplicaron este trato al programa con las fuertes críticas? Puede que haya sido casualidad, sin embargo, queda por pensar si Disney hizo adrede una mala serie para reflejar en un final reflexivo sus errores y los de sus fanáticos más acérrimos y con suerte servir de prólogo a un futuro Marvel más experimental como ya se vio en el especial Werewolf by Night.

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