Por siempre, gracias…

Michael Jackson fue uno de esos personajes históricos que han demostrado que la creación no es un don único de Dios. Para ellos, el mundo es una hoja en blanco, un lienzo, una pluma, un cincel, una guitarra o un micrófono.
Su grandeza lo hizo vulnerable, especialmente a aquellos que le exigían perfección. Fue víctima de su fama, pero por su fama lo conocimos y disfrutamos.
Yo tenía menos de 10 años de edad cuando lo vi por primera vez en televisión. Su presencia era imponente y sus conciertos incomparables. Las canciones revoloteaban dentro de mi cabeza y sus bailes eran comentados con mis amigos del colegio.
Aunque pasaron los años y con ellos nuevas emociones y ritmos, su música permanece como ese dulce que has comido durante años y que siempre disfrutas como si fuera el primero.
Gracias por las alegrías y las ilusiones Michael. Aunque son tardías mis palabras, recordarte siempre será un placer.

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