Fue mi novia quien me dio la noticia los primeros días de noviembre. Por el chat me pasó una página que afirmaba que Metallica se presentaría en el país.
Ya podía sentir la adrenalina que se apoderaría de mí en cuatro meses y pocos días después ya tenía mi entrada en la mano. Era como un trofeo por una competencia frustrada de mi adolescencia.
El 4 de mayo de 1999 fue una fecha que muchos recordaban antes del concierto del 12 de marzo. Fue cuando la banda se presentó por primera vez en el país y para muchos fue algo histórico y grandioso, otros tuvimos que conformarnos con los relatos y anécdotas de los compañeros de colegio.
Después de casi 11 años de espera, todos fueron recompensados con una cátedra de música llena de riffs y redobles que dejó casi sin cuerpo a las más de 20.000 almas en la Rinconada. La sorprendente pirotecnia sólo fue un accesorio, como la guinda de un cóctel con el suficiente alcohol para desinhibir a cualquiera.
Esa noche la música se sostenía por sí sola. Con Metallica no hay artilugios para simpatizar por apariencia física o por letras agradables escritas como fórmulas químicas. Saben muy bien como cantar de la depresión y la agonía dentro de la belleza de la melodía.
La edad para ellos sólo es una palabra del diccionario. Tocan su música con la misma pasión y energía de hace más de 25 años. No hay tedio para ellos, así sea una canción tocada en conciertos desde 1984. No hay quien los pare desde el primer acorde y se emocionan todavía cuando el público canta con ellos. Es como si no estuvieran acostumbrados a que hay gente alrededor del mundo que se sepa sus letras.
Fue una noche agradable, sin problemas y hasta familiar para muchos. Era común ver a padres fanáticos llevando a sus hijos tomados de la mano por el buen sendero del metal.
Así fue esa noche, una de las mejores para mí y una anécdota segura si algún día mis hijos comparten mis gustos musicales.
Acabo de leer algo en Twitter que comparto: “Yo creo en la música que te cría, que te acompaña, que te hace quien eres. Me acordé de tantas cosas el 12 de marzo”.
