Apenas un día ha pasado desde que vi a Andrés Calamaro en Caracas. La sensación que dejó en mí ese concierto, me hace caer en afirmaciones odiosas y pretenciosas, pero reafirmo que la riqueza del rock sureño es infinita. Cantantes y grupos de allá me han emocionado y sorprendido desde que los descubrí, y si alguna vez he tenido alguna duda, han venido hasta acá a restregármelo en la cara.
