Simpatía por King Kong, la metáfora justiciera con Kiko Mendive

[ Ibsen Martínez asegura que es el libro con el que más ha disfrutado]

Simpatía por King Kong es un libro que empezó a fermentarse desde hace décadas en Ibsen Martínez, inspirado en la vida de Kiko Mendive, a quienes los más jóvenes sólo recuerdan por ser una figura de Radio Rochela. Sin embargo, la historia que el escritor venezolano relata es sobre una persona que terminó en un oficio que no fue su pasión y al que sólo le tocó resignarse.
Mendive era músico, cantó en varias orquestas e incluso participó en películas mexicanas durante los años cuarenta y cincuenta, como Distinto amanecer de Julio Bracho. «Un libro inspirado en su vida y sus andanzas de hermoso fracasado», resume el autor.
Recuerda que fue una figura de su infancia que aparecía en televisión, y que aún durante los sesenta cantaba música afrocubana en programas de variedades.
«Muchos años después fue la constatación de la decadencia de un artista, verlo en Radio Caracas ya viejo, haciendo cosas que no tenían ni remotamente nada que ver con su destreza original», recuerda el autor sobre el momento en el que lo conoció.
Conversaron varias veces, aunque nunca se aprendió su nombre, Ibsen. «Se dejaba acompañar, había una ausencia en su personalidad, algo se había roto en un momento», rememora el escritor, quien admite tener una inclinación por esos personajes que casi lo logran.
Fue en esa época en la que Martínez trabajaba en el canal, pero no podía estar confinado en una oficina. Sentía la necesidad de salir, de estirar las piernas, impulso que le generó «una pésima reputación», según sus propias palabras.
«Me lo encontraba en la calle muy lejos de los estudios, absolutamente desprevenido. Era él mismo, un ser triste, inmensamente melancólico. De ahí viene mi debilidad por él», relata. Afirma además que en modo alguno en esos tiempos se le pasó por la cabeza hacer un libro que considera el que más ha disfrutado, ése que en su desarrollo lo hacía correr a casa para seguir en el proceso.

Metáfora justiciera
Martínez afirma que en los años setenta la bailarina Laura Nazoa fue a México y le trajo varios discos de vinilo de Kiko Mendive, quien en Caracas no poseía ninguno. Se los grabó y entregó.
«Eso le produjo una gran conmoción emotiva en mi presencia, lloró. Ahí empezaron las confidencias, que él consideraba vergonzosas». Empezaron también a hablar de música, de jazz, especialmente de su afición a los vibrafonistas.
El autor habla de varios hechos que lo remiten a lo injusta de la forma en la que fue encasillado en la televisión. «Mirando hacían atrás tengo una metáfora justiciera de lo que la televisión hace con mucha gente, con muchos talentos, pero bueno, es apenas una hipótesis», considera.
En el libro hay ficción, pero no de forma deliberada, según Martínez. Kiko muere en el papel en 1989, pero en la realidad fue en el 2000. Es la parte de la historia que se contextualiza con la Venezuela de comienzos de los noventa y la crisis política acentuada con El Caracazo. Fue una muerte más literaria. «No sentí que estaba torciendo la realidad, ya para 1989 y los noventa él era un muerto en vida. Era un sujeto en el que se había acentuado ese caminar ausente», agrega sobre Simpatía por King Kong, de la que se prevé se haga un musical en octubre.

Nota de Humberto Sánchez Amaya @HumbertoSanchez publicada el 21 de mayo en el diario Primera Hora 

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