[ En su novela Hablar solos, el autor argentino explora los sentimientos que surgen alrededor de quien está a punto de morir]
El escritor Andrés Neuman ahonda en su más reciente novela, Hablar solos, en los pensamientos y acciones de las personas que suelen cuidar a un enfermo, pero que no suelen comentar por el temor a ser juzgados en una sociedad con convenciones para toda clase de situaciones.
Considera que la enfermedad es un tabú, igual que los sentimientos de la persona que cuida al que padece, porque se trata de una condición que no suele verbalizarse.
«Vivimos en una sociedad productiva y de consumo, cosas que son incompatibles con la enfermedad y el duelo. Para producir y consumir tienes que comprar la teoría de que hay que seguir adelante ante todo. El duelo es una duda acerca de si seguir adelante», afirma el escritor, que ganó en 2009 el Premio Alfaguara de Novela por El viajero del siglo.
Ante esa situación se evita, se suprime, pero advierte que para que el duelo termine primero tiene que empezar, en un momento en el que por el avance de la medicina se ha delegado la responsabilidad emocional fuera de casa. «En el momento en el que ese conflicto se vuelve un asunto del sistema de salud, curiosamente la familia se siente aliviada de que haya alguien que asuma la responsabilidad, pero también desprovista de recursos», agrega.
En su obra, Neuman se interesó no en escribir sobre el que sabe que morirá, sino sobre el ser querido que lo cuida, en este caso Elena, esposa de Mario, de quien paulatinamente va narrando cómo acaba su vida.
La novela es contada en forma de monólogos. Cada capítulo es una introspección por separado de cada uno de los personajes, incluido el hijo, a quien tratan de proteger ocultándole la verdad.
Cuando en la historia se entrecruzan los tres personajes, surge una especie de thriller ante el suspenso de lo que verdaderamente piensa o hace el otro, los secretos que fácilmente serían cuestionados por la sociedad, y cómo modifican los destinos de cada elemento.
Contradicciones y envidia
«Me interesaba la evolución emocional de alguien que ha vivido la enfermedad del ser querido», dice sobre la mujer, quien continuamente siente miedo a ser descubierta, el remordimiento por tal vez haber pensado que lo mejor es la muerte. «Que narrara las contradicciones morales del cuidador», dice el escritor sobre su intención con Elena.
«A veces el cuidador, para no sumirse en el dolor, se aferra en su rol. He visto, y todos hemos retenido a nuestros enfermos, por egoísmo, para que no nos dejen solos. Eso es más incomodo. Preferimos publicitar la imagen de la abnegación, de la entrega, del sacrificio amoroso, todo lo que tiene que ver con el discurso de la feminidad tradicional», acota el autor.
Para Neuman lo más difícil no es la pérdida en sí, sino la culpa del sobreviviente. «Esto no sólo pasa en los duelos, pasa en las posguerras. Cuando los tuyos han muerto en el bombardeo y tú has sobrevivido siempre es una mezcla de alivio y de culpa. ¿Yo merezco vivir más que el otro?», explica.
Afirma que si no fuera por Elena, no podría haber expresado todos esos sentimientos. «Lo interesante es que la ficción no es un disimulo o una atenuación de la realidad», exclama.
Otro asunto que trata es la envidia hacia el sano, el que se queda, pero de lo que no se habla. «El enfermo está resentido y enojado de que los demás no enfermen con él».
Neuman pensaba que su libro podía atemorizar a la gente, pero lo han sorprendido. «Mucha gente se me acerca y me dice `al fin alguien dice lo que a mí me parecía terrible y me daba mucha culpa pensar cuando yo cuidaba’», explica.
Nota de Humberto Sánchez Amaya @HumbertoSanchez publicada el 24 de octubre en el diario Primera Hora. Foto Alexandra Blanco