A Gustavo Cerati se le acabó la arena en las manos

El Miope. Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional 

“Lago en el cielo” fue la última canción que cantó Gustavo Cerati. Desde ese momento todo empezó a ir más despacio, la arena en sus manos se fue acabando, sin certezas, hasta su muerte.

La interpretó en Venezuela el 15 de mayo de 2010, cuando sufrió el ACV que lo dejó en coma casi cuatro años y medio, hasta ayer, cuando un comunicado de dos líneas, firmado por el doctor Gustavo Barbalace, informó que el cantautor falleció por paro respiratorio.

En ese concierto Cerati se veía cómodo, contento. Estaba satisfecho con Fuerza natural, el disco que vino a mostrar.  “Este es un bonito lugar, para estudiar no sé, tal vez Arquitectura”, dijo esa noche en el estadio de fútbol de la USB.

Después de la presentación, comió bistec con papas fritas, cuenta Santiago Otero, presidente de la productora Evenpro, responsable de traerlo varias veces como solista y con Soda Stereo. Hablaron una hora en el camerino sobre sus visitas anteriores, sus paseos por Venezuela. Había dicho sentirse mal, pero no prestaron mucha atención. El empresario se fue a su casa y al día siguiente se enteró de lo ocurrido.

“En lo profesional lo quise y admiré mucho. No sé si haya un artista mejor que él dentro del mundo del rock latinoamericano. Su capacidad de invención era casi infinita. Su atrevimiento, bárbaro”, dijo por teléfono Otero.

Otro venezolano cercano a Cerati fue Héctor Castillo, ingeniero de sonido de Ahí vamos (2006) y Fuerza natural (2009). “Muy triste. Nada mas que comentar”, escribió por correo electrónico.

Desde los ochenta. El país no le era extraño al cantautor. Lo visitaba desde los años ochenta, cuando el rock en español era una anomalía en las emisoras nacionales.

“Yo tenía un programa llamado Latinoamérica, la raza cósmica, por la desaparecida Emisora Cultural de Caracas. Le dábamos espacio a la nueva música latinoamericana, especialmente al rock argentino. Eso no era común, pero colocábamos mucho Soda Stereo”, cuenta Gregorio Montiel sobre la agrupación que integró Cerati junto a Zeta Bossio y Charly Alberti.

Su primera presentación fue en Mata de Coco, pero no hubo más de 500 personas, pero su música se fue colando hasta convertirse en un fenómeno pop capaz de congregar a más de 30.000 personas en un concierto. De ese pequeño estudio pasaron a presentarse en el Poliedro y en La Rinconada, donde la agrupación estuvo como parte de la gira Me verás volver, el 29 de noviembre de 2007

Otro locutor pendiente en la época de las nuevas propuestas fue Polo Troconis. “Vinieron por primera vez en 1986. Venezuela fue muy importante para la banda. Ellos abrieron la brecha para que se transmitiera rock en español”, indica.

De esas primeras presentaciones hay registro. En Ruido blanco, el álbum de 1987 hay grabaciones en Caracas. Incluso, durante ese tour la banda contó con el apoyo de una sección de metales integrada por los venezolanos Gustavo Aranguren, Ramón Carranza, José Vera y Rodrigo Barboza.

“Mi relación con ellos fue más allá de la profesional. Los llevaba a un economato que quedaba en La Carlota a buscar perfumes. También fui con Charly a comprar un Nintendo en el Unicentro El Marqués”, rememora.

Troconis asegura que Cerati disfrutaba Caracas. “Me acuerdo de un día que lo busqué al Hilton –ahora Alba Caracas- y subimos a la Cota Mil por Maripérez. Estaba maravillado con tanto verdor. Me dijo que había que disfrutar de esa vista”.

Montiel coincide: “Me comentó que los edificios parecían salidos de una historia de Julio Verne. Claro, como en Buenos Aires las construcciones eran más antiguas, estaba maravillado”.

Con el tiempo, las fraternas conversaciones fueron menos frecuentes. “Ya no eran la banda que lo llamaba a uno para una entrevistas o charlar. Empezaron a venir con guardaespaldas y una agenda más apretada. La última vez nos tomamos un café, cuando la gira de Bocanada, creo que en 1999. Quería saber cómo era venir sin los otros músicos de Soda. También hablamos de nuestros hijos”.

Afirma también que una vez le comentó que entre las inspiraciones de “Hombre al agua” estuvo una de sus varias estadías en las playas de Morrocoy, uno de los lugares a los que siempre pedía ir, al igual que Choroní, Los Roques y La Tortuga. “Siempre pedía que sus venidas a Venezuela fueran al final de su gira, cuando tuviera más o menos tiempo para ir”, detalla Otero.

Uno de los conciertos más memorables, para Troconis y Montiel, fue el  Festival de Rock Iberoamericano de 1991. Soda Stereo cerraba, pero la lluvia retrasó todo y la agrupación argentina empezó a tocar después de las 4:00 am.

Difícil que se recuperara. El neurocirujano Herman Sholtz asegura que la lesión que tenía Gustavo Cerati era de difícil recuperación.

“Yo fui quien lo operó acá en Venezuela. A él se lo llevaron en malas condiciones, pero estable. Respiraba por su cuenta, aunque estaba en coma.  Tuvo un infarto importante en el hemisferio del lado izquierdo. No conozco un caso en el que después de tres o cuatro años alguien haya mejorado. Era difícil que se recuperara”, explicó por teléfono el doctor del Centro Médico Docente La Trinidad, lugar al que fue llevado el músico después de sufrir el ACV. Frecuentemente había un parte médico en el que se informaba la situación del también guitarrista.

Pocas semanas después fue trasladado a Buenos Aires, donde estuvo recluido en una clínica hasta su muerte. No fueron pocos los fanáticos que se acercaron a las afueras para demostrar su apoyo al cantante. En 2011, el baterista Charly Alberti pidió que desconectaran a su ex compañero. “Deberían dejarlo ir”, dijo. Sin embargo, su madre, Lilian Clark, nunca perdió las esperanzas. Todos los días lo visitaba y varias veces comentó que sentía que el cantautor se emocionaba cuando escuchaba música.

«Son cuatro largos años y yo estoy entera, pero los años han venido acompañándome y eso me debilita un poco. Cumple 55 mi nene y ojalá que sea el definitivo y, a partir de ahora, pueda contestar él las preguntas», expresó el 11 de agosto pasado, cuando Cerati –ganador de seis Grammy Latinos- cumplió 55 años de edad.

 

Foto de Germán Sáez. Tomada de Cerati.com

 

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