Liz en septiembre, cuando tienes un Atari en tiempos de Nintendo

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Humberto Sánchez Amaya


Si bien Fina Torres ha reiterado que Liz en septiembre no es una película gay, la cinta estrenada hace pocas semanas tiene una trama que se centra en la atracción entre los personajes de Patricia Velásquez y Eloísa Maturén. Por más que la directora quiera desviar la atención hacia otros temas, como la eutanasia, muchos van al cine atraídos por ese romance que se promete desde el tráiler.

Los que esperan transgresión con un tema tabú en un país como Venezuela, tienen que ser pacientes. Aún estamos rezagados. La corrección política de las telenovelas permea en el largometraje de la directora, que termina siendo una historia más de amor en una playa paradisíaca que se trastoca cuando una de ellas enferma.

Al salir de la sala, pensé en la época del colegio cuando a uno le compraban un Atari y los demás tenían Nintendo. Luego, en el momento que tus padres hacían el esfuerzo y te daban la consola que te iba a equiparar con el resto, la mayoría del salón de clases tenía una más avanzada y te vendían sus videojuegos viejos.

No se puede vender una obra cono innovadora para luego ser pacato en el desarrollo de una historia. Menos aún cuando existe Internet, la UCV y la televisión por cable, donde se pueden encontrar películas más comprometidas, conflictivas e incómodas, por no mencionar clásicos del cine que aunque no traten el tema de la homosexualidad, muestran el erotismo con naturalidad y sin prejuicios. Por ejemplo, La vida de Adele (2013), se puede conseguir con facilidad. Las comparaciones son inevitables, y más aún cuando se toman en cuenta las actuaciones planas de buena parte del elenco, especialmente de Maturén, quien tiene un mismo tono para todas las emociones que presume experimentar. Su personaje resulta poco creíble, sobre todo cuando siente vergüenza de su desnudez al momento de sucumbir a los deseos de la otra.

Los tiempos han cambiado. Los  temores de los realizadores se pueden sortear gracias a los caminos verdes de la tecnología. Muchos cineastas deberían recordarlo.

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