Alberto Araujo (@augustaraujo)
Ciudad de México
La gira de reencuentro de Guns N’Roses tiene todo lo que un fanático de la agrupación pudiera desear, salvo a la totalidad de los integrantes originales y algunas piezas clásicas de la banda. Axl Rose, Duff McKagan y Slash se adueñan del escenario con una presencia y veteranías casi intimidantes.Como por arte de magia. Pero tiene un nombre: talento, y dos poderosos apellidos: química y preparación. Tres palabras, como las que conforman su nombre, son causa del delirio de sus fanáticos, contemporáneos con ellos o no, conocedores de la etapa original o anhelantes de una reuniòn que por más de dos décadas fue imposible y que, parecía, a todas luces nunca se produciría.
Pero ocurrió: 5 fechas después de su primer espectáculo juntos tras 23 años, y con 15 shows pendientes, quienes llevan en sus dedos y gargantas el portentoso sonido de una de las bandas con más éxito en el rock mundial, dejaron claro que de haber continuado juntos, de o haber tenido graves problemas personales, pocas agrupaciones se hubiesen acercado a su nivel en esas más de dos décadas.
Padres, hijos, esposas, madres, hermanos, bebés, rockeros, curiosos, chicas, chicos, ancianos, adolescentes, músicos profesionales y amateur… personas de todo tipo y edad se dan cita en lo que puede ser, muy probablemente, la última gira de conciertos en conjunto de estos tres individuos, ya no hombres, sino casi leyendas, que acompañados por otro cuarteto de integrantes consigue encender a la audiencia sólo con la expectativa.
El más reciente escenario: el Foro Sol, en Ciudad de México. Allí, como si de una verdadera fiesta para el recuerdo se tratase, maíz picante, cotufas, donas, pizza, perros calientes, hamburguesas, churros, tacos y burritos se dieron cita con whiskey, cervezas, micheladas (cerveza con picante, limón y sal) y cigarrillos para el deleite previo de quienes no quisieron dejar pasar la oportunidad, o no pudieron resistirse a la tentación de ser testigos del momento.
No importó que cayera granizo las dos tardes del espectáculo. Menos aún la lluvia torrencial sobre la ciudad las dos noches: quienes planearon asistir sabían que cualquier adversidad debía ser sorteada.
En ese panorama de expectativa, faltaba saber si la calidad del show compensaría las dificultades afrontadas: muchos dudaban, muchos cuestionaban. Pero Guns N’Roses dejó claro que el talento se impone al tiempo.
Axl Rose, el tantas veces criticado por su manera de ser, mantuvo algo su reputación: la banda salió tarde al escenario, aunque, a su favor, un cambio íntegro de escenografía bien valía ese tiempo. Rose, además, se comportaría a la altura, agradeciendo (con un breve y escueto «gracias» los vítores y aplausos a cada tema de la noche. Y demostró razones para su conocida arrogancia: las canciones en las que fungía como vocalista dos décadas antes son conocidas, en parte, por su grado de dificultad vocal, pero él, sentado en un trono opulento durante al menos la mitad de la velada, aún alcanza cada nota a la perfección.
¿El verdadero atractivo? Más que Rose es el otro compositor representativo del grupo: Slash. El afamado guitarrista volvió a demostrar su habilidad con las seis cuerdas, su armonía, velocidad, agresividad y capacidad. En total fueron casi 30 canciones y, para sorpresa de muchos e incredulidad de no menos personas, aceptó el desafío de interpretar temas del más reciente disco de la banda, grabado por una conjunción de músicos de la que él no formó parte ¿El resultado? Impecable: se tomó la labor de tres guitarristas y no dejó una nota a la fortuna o el azar. Entre esos temas, «Better», «Sorry» y «Chinese Democracy».
¿Los clásicos? Presentes. «November Rain», «Sweet Child of Mine», «Estranged», «Don’t Cry», «Mr. Brownstone», «Rocket Queen», «Live & Let Die», «Can’t Put Your Arms Around a Memory», «Welcome to the Jungle», «My Michelle», «You Vould Be Mine» y «Paradise City» resonaron como salidas de un disco de recuerdos.
Un extra, si hacía falta, fueron las interpretaciones instrumentales de «Layla», con Rose al piano, McKagan al bajo y Slash en la guitarra, y «Wish You Where Here», en la que el guitarrista reeditó uno de sus duelos de solos, esta vez con Richard Fortus en lugar de Izzy Stradlin. A Rose el público no dejó pasar la oportunidad de dejarle clara, con una sonora ovación a Slash cuando lo presentó, la necesidad de éste en el grupo. También se llevaron aplausos Dizzy Reed, incuestionanle en cada nota del teclado, que también toca Melissa Reese, y Frank Ferrer, responsable actual de la batería.
¿Qué falta, entonces? Además de Stradlin y Steven Adler o Matt Sorum, extraña que en el repertorio no estén incluidas canciones como «Patience» y «Civil War».
Pero Axl Rose y Saul Hudson, Slash, son talento puro. Y Duff McKagan el cemento que los une. Así fue por varios años durante su juventud, y así es durante su reencuentro: Guns N’Roses podría perfectamente regresar para quedarse y tomar su lugar, merecido, de acuerdo con la reacción que provoca en el público, en la historia del rock, pero, ¿podría ese cemento mantener ensamblados a dos pilares con años de roce, o cedería a la presión?