Texto de Humberto Sánchez Amaya (@HumbertoSanchez) publicado previamente en El Nacional
“Estoy en el camino que había soñado”, afirma Pedro Plaza Salvati, que hoy recibirá el Premio Transgenérico 2016 que le otorgó a finales de año la Fundación para la Cultura Urbana por Lo que me dijo Joan Didion (Crónicas de Nueva York).
El autor vive actualmente en Costa Rica, país del que también obtuvo la nacionalidad. En diciembre, cuando vino a presentar la novela El hombre azul (bid & co. editor), se enteró de este reconocimiento.
Plaza Salvati realizó una maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Fue allá precisamente donde empezó a escribir estos relatos.
“Debe ser una de las urbes más cosmopolitas del mundo. Ese hecho tan heterogéneo da muchos puntos de vistas. Uno descubre cosas de la ciudad que te afectan mucho. Uno escribe siempre con los materiales que tiene a la mano. Los lugares se entrelazan a pesar de que las crónicas son autónomas. Nadie que va a Nueva York sale siendo la misma persona.”, señala Plaza Salvati, quien acaba de publicar en Costa Rica El lugar de las nubes (Uruk Editores).
—¿Es por eso que se muda luego a Costa Rica, una ciudad distante a Nueva York y no agobiante como Caracas?
—No necesariamente, pero sí consideramos que era un punto medio. Es una ciudad pequeña en la que es muy sagrado el tema de la libertad individual, se cumplen las leyes y hay balance en las instituciones.
— ¿Qué quiere decir cuando escribe que la literatura es autoayuda mental, espiritual o monetaria?
—Como escritor, uno procesa sus demonios internos. El lector cambia cuando disfruta un libro. La literatura es un refugio increíble, especialmente en esta crisis de Venezuela. La lectura es uno de los pocos actos independientes que nos quedan. Nadie te puede coaccionar cuando lees un libro.
—¿En El hombre azul se enfocó más en el registro de lo que ocurre en Venezuela?
—Es una novela que trata de reflejar la pérdida de mundos, no solo el tema de Venezuela. Es una pareja de profesionales que no puede trabajar en su profesión y se va a Estados Unidos, pero allá también se desencantan del sueño americano.
—Después de su visita en diciembre de 2016 escribió una crónica en Prodavinci sobre lo experimentado. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
—En apenas tres meses el país cambió tanto. Siento una mayor sensación de abatimiento y fracaso, al igual que veo a la gente mucho más flaca.