El Miope. Por Humberto Sánchez Amaya
La lucha libre no es ajena al venezolano. Las generaciones que vivieron su niñez y adolescencia entre los años cincuenta y sesenta seguramente recuerdan a personajes como el Dragón Chino, el Gran Lotario o Blue Demon.
Luego, los nacidos en los ochenta fueron testigos de un espectáculo de mayor presupuesto, esta vez a través de RCTV, que transmitía los combates de la World Wrestling Entertainment en Estados Unidos. Figuras como Hulk Hogan, El Enterrador, Yokozuna, Shawn Michaels, Bret Hart o Tatanka fueron héroes en muchas de las conversaciones de estudiantes en el colegio.
Recientemente fue estrenada en Venezuela la película Luchando con mi familia, escrita y dirigida por Stephen Merchant. Una historia sencilla y directa sobre lograr metas, aceptar fracasos, emprender otros rumbos y el hogar.
Los Knight son una familia de clase media de Inglaterra. Mientras unos encuentran la salvación en la religión, ellos hallan en la lucha libre la forma de escapar a las sombras del pasado. Julia y Ricky Knight, interpretados por Lena Headey y Nick Frost respectivamente, han criado a sus hijos en el ring.
Ellos, quienes adquirieron renombre en el pequeño circuito de lucha de la ciudad en la que viven, esperan que su descendencia llegue al estrellato, a la WWE, máxima vitrina de ese espectáculo en el mundo.
Zak y Saraya (Jack Lowden y Florence Pugh) son una buena dupla, no sólo para los guiones del combate, sino en casa. Hermanos ejemplares, pero la relación se trastoca cuando la WWE realiza audiciones para elegir a los aspirantes a luchadores profesionales en el máximo nivel del oficio.
La trama entonces sopesa el humor inglés que la caracteriza con la tensión que surge en el entorno familiar. Comienza para ella un aprendizaje al descubrir un mundo muy lejano y de ensueño, cuestionar prejuicios y comprender que los logros individuales no son deslealtades, especialmente cuando hay consanguinidad. Mientras, él deberá enfrentarse a los demonios que empiezan a surgir en su interior cuando derroteros poco apreciados empiezan a tener otra dimensión.
El filme brinda además una condensada interpretación del funcionamiento de la WWE, en la que cada personaje tiene un rol. Mientras unos triunfan, otros deben aceptar que son parte de una maquinaria para que los demás brillen. Sueños truncados que pueden cercenar el ímpetu de una persona.
Es en este punto donde entra Hutch (Vince Vaughn), el entrenador que debe ahorrarse las cordialidades para enfrentar a cada uno a las más rudas realidades.
Dwayne Johnson se interpreta a sí mismo en el largometraje, inspirado en una historia de la vida real: la carrera de Saraya-Jade Bevis, conocida como Paige o Britani Knight, quien fue dos veces Campeona de Divas de la WWE.
Este precedente además sirve para inscribir a la película en el empoderamiento; la historia de un personaje femenino en una industria de preponderancia masculina.
Stephen Merchant presenta una obra que sorprende por cómo es contada, sus actuaciones, el humor y la perspectiva que muestra de este espectáculo deportivo; muy alejada de la decadencia Randy «The Ram» Robinson, interpretado por Mickey Rourke en El luchador, la película de Darren Aronofsky estrenada en 2008.
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